El español, como cualquier otro idioma, nos sirve para comunicarnos. Es una norma común para todos los que lo usamos, pero no todos lo utilizamos adecuadamente. Por eso el Instituto Cervantes ha impulsado la elaboración de El libro del español c orrecto. Claves para escribir y hablar bien en español (Espasa), un manual que recoge cómo debe ser el español de la norma culta.
La obra reúne cinco características: es útil y fácil de consultar, clara, amena, rigurosa y actual. Incluye múltiples ejemplos que facilitan la comprensión al lector menos especializado, sin alejarse un ápice de la norma académica dictada por la Real AcademiaEspañola. Además, ayuda a resolver las dudas más comunes sobre el uso culto del idioma, es un compendio actualizado de las pautas ortográficas más aconsejables y recoge recomendaciones prácticas para elaborar textos bien estructurados. Explica cómo hablar correctamente, con especial cuidado en los errores y vulgarismos en la pronunciación, y da consejos sobre la prosodia y el lenguaje no verbal: tono, volumen, entonación, movimientos, postura corporal, así como estrategias para hablar en público.
Los autores incluyen textos muy útiles para resolver dudas lingüísticas en numerosos contextos, entre ellos el laboral, los nuevos lenguajes o las redes sociales:
- Trabajo: Cómo preparar una entrevista de trabajo, elaborar un curriculum vitae, redactar cartas, memorandos, instancias, actas, etc. Se explican con detalle las características formales de cada modelo textual.
- Lenguajes específicos del siglo XXI: El correo electrónico, los SMS, el chat o el blog son nuevos géneros que modifican la comunicación escrita. Si la lectura en papel difiere de la lectura de textos en la Red, también ha de ser distinta la manera de escribir para Internet, donde se lee de manera mucho más fragmentada: saltamos de un párrafo a otro como si escaneáramos el texto, buscando los datos que nos interesan y abriendo nuevas ventanas. Por ello los textos deben ser más breves y claros, con párrafos cortos, evitando la monotonía e incluyendo material multimedia e hipervínculos.
- Redes sociales: El libro dedica un apartado específico a Facebook y Twitter, con recomendaciones para comunicarse por este tipo de medios cuyo poder de difusión e inmediatez entrañan determinados riesgos. Aborda, entre otros temas, la publicación de asuntos personales, la delimitación de la privacidad de la cuenta o la proyección de nuestra imagen.
Florentino Paredes García, profesor del departamento de filología de la Universidad de Alcalá de Henares, ha coordinado la edición del volumen y opina que se cometen muchas incorrecciones y que estas tienen bastante visibilidad, pues aparecen en los medios de comunicación, las más relevantes son:
- La ambigüedad. No expresamos con claridad lo que queremos transmitir. En el lenguaje hablado es más fácil de subsanar esta deficiencia, pero cuando escribimos puede originar confusiones.
La ambigüedad puede darse al utilizar incorrectamente los signos de puntuación (“Lo haré como había prometido” no es lo mismo que “Lo haré, como había prometido”), cuando colocamos mal los complementos (“Se alquila habitación para estudiantes de 15 metros” no es lo mismo que “Se alquila habitación de 15 metros para estudiantes”) o al sustituir verbos por nombres (“la elección del nuevo ministro”), no queda claro a qué se refiere.
- Pobreza léxica. Se abusa de verbos como “hacer”, “dar” o “decir”, que son poco específicos. No es lo mismo “dar lástima” que “inspirar lástima”, ni “dar golpes” que “propinar golpes”. Determinados adjetivos como “bueno”, se usan en exceso y repetimos construcciones que se han convertido en muletillas del tipo “antiguas pesetas”, “apretada agenda” o “cómodos plazos”, que es preferible evitar.
- Tendencia a utilizar palabras muy largas. Debemos aprender a reducir los textos usando formas más breves. “En el día de hoy” y “hoy” significan exactamente lo mismo.
- Errores de puntuación. Puntuar bien no es fácil, pero debemos hacer un esfuerzo por hacerlo correctamente. Los signos de puntuación resultan clave para dar sentido al lenguaje escrito porque sirven para aclarar lo que queremos decir. No es lo mismo escribir “Si necesitas algo pídemelo por favor” que “Si necesitas algo pídemelo, por favor”.
El profesor Paredes lamenta también el desuso en el que ha caído el punto y coma, un signo que da riqueza al idioma, y la apertura de la interrogación.
- Errores de entonación. Los errores en la entonación se cometen cuando, al hablar, acentuamos una palabra en una sílaba inapropiada. La entonación tiene la función clara de mejorar la interpretación de las ideas que queremos trasmitir. Si cambiamos la entonación y ponemos acentos donde no corresponde, quien nos escucha tendrá más dificultad para entender lo que decimos.
- Errores sintácticos. Los errores de sintaxis más comunes se derivan del uso incorrecto de las preposiciones. Algunos verbos deben ir acompañados obligatoriamente de una preposición concreta y al cambiarla por otra realizamos una construcción inadecuada. Fallos comunes son el dequeísmo y el queísmo, que se comenten cuando utilizamos la preposición “de” antes de “que” cuando no se necesita o la eliminamos cuando sí es necesaria.
- Impropiedades del lenguaje. Es uno de los errores más extendidos y se produce cuando utilizamos un vocablo atribuyéndole un significado que no le corresponde. Esto ha propiciado que ciertas palabras hayan perdido su significado original, por ejemplo “incidente”, que significa pelea o una riña, pero se usa para referirse a cualquier contratiempo o “inaudito”, que se emplea como sinónimo de “insólito”, aunque se refiere a algo “nunca oído” o “monstruoso”.
- Extranjerismos. La influencia del inglés ha conseguido que cambie el significado de muchas palabras españolas, que usamos para expresar lo que dice una palabra inglesa parecida. Es el caso de “bizarro”, que en español significa “valiente” o “generoso”, y que se está usando como sustituta de la palabra inglesa “bizarre”, que significa “extraño” o “estrafalario”.
También hay extranjerismos que se usan por esnobismo y dificultan el uso del español. ¿Por qué hablar de “fast food” si podemos decir “comida rápida”? ¿Por qué decir “link”, si tenemos “vínculo” o “enlace”?
- Errores verbales. Se producen al usar el tiempo infinitivo con valor de imperativo (“salir de aquí” es incorrecto, debe decirse “salid de aquí”), o cuando construimos oraciones sin conjugar los verbos, un error que lleva a expresiones como “También, decir que…” Asimismo existe una tendencia a eliminar las formas subjuntivas, (“no puedo creer que es verdad”, cuando se debería decir “no puedo creer que sea verdad”).
- Redundancias. Otro error habitual es utilizar dos palabras cuyos significados son repetitivos. No es correcto usar expresiones como “el colofón final” o “beber líquidos”, pues un colofón siempre es final y solo podemos beber líquidos.