La novela de un novelista malaleche trae en sus páginas iniciales unas instrucciones de lectura. En este prólogo, el supuesto escritor nos advierte que él solo transcribe la obra, el verdadero autor le pidió que la difundiera, y así lo hace, incluyendo unas apostillas que ayudan a seguir el argumento y darle sentido.
Germán Buenaventura es un escribidor mediocre y perseverante que trabaja en la sección de cultura de un diario de provincias. Asiduo a tertulias y presentaciones literarias, eterno aspirante al Planeta, al Cervantes, al Nadal o a cualquier otro premio menor que reconozca su valía y le ayude a ganar fama y dinero. Tiene un coche viejo, una novia de toda la vida con la que no desea casarse, una vida monótona y la frustración clavada en el alma. Un día recibe una llamada telefónica de don Arturo Ballesteros, el mafioso local, quiere que escriba su biografía a cambio de tres millones de pesetas, cinco, si todo va bien. Por esa cantidad, Germán Buenaventura es capaz de todo, así que acepta el encargo sin vacilar y sin calibrar las consecuencias que puede acarrearle conocer los más íntimos secretos del biografiado.
Cada tarde, un coche kilométrico acude a recoger a Germán Buenaventura a la puerta de su casa y le lleva a la mansión enorme y hortera de don Arturo Ballesteros. Allí el hombre se confiesa: ganó su primer millón sobornando a un cabo de la Guardia Civil, traficó con oro, frecuentaba los prostíbulos, le rompía las piernas al primero que torciera su voluntad… Aunque lo más sorprendente para Germán sea la colección de vírgenes que atesora: ciento cuarenta y ocho imágenes de la santa Virgen, a quien don Arturo identifica con su propia madre terrenal.
Un buen polvo con la amante del capo, o el peor, según se mire, complica de mala manera la intrascendente vida de Germán Buenaventura. Desde ese momento se inicia la huida, la venganza, la locura ante el temor a ser asesinado.
Salvador Gutiérrez Solís, el auténtico y único responsable de este embrollo, nos lleva por escenarios que nos recuerdan a películas como El Padrino o cualquier filme de Tarantino. Con desparpajo y humor fino nos involucra en una trama acelerada, violenta, a veces delirante, que provoca sonrisas, divierte y consigue que el lector pase un rato entretenido ansiando llegar al final de tamaño dislate. Pero el final no es el fin, aunque no voy a desvelar esta sorpresa.
Título de la obra: La novela de un novelista malaleche
Autor: Salvador Gutiérrez Solís
Editorial: DVD Ediciones, Los cinco elementos
Páginas: 187
Año: 1999