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Filosofando

Matemáticas

Las matemáticas son exactas, pero conviene recordar que la exactitud no es verdad. Uno de los ejemplos más característicos lo ofrece el intento de explicar la inteligencia humana en clave numérica. Quizá resulte imposible saber exactamente qué es el pensamiento, pero si reduzco el problema a una cuestión de neuronas puedo tener una tranquilizadora impresión de exactitud: 1.350 gramos de cerebro humano constituido por 100.000 millones de neuronas, cada una de las cuales forma entre 1.000 y 10.000 sinapsis y recibe la información que le llega de los ojos a través de 1 millón de axiones empaquetado en el nervio óptico. Por lo demás, toda neurona es una célula viva que puede ser explicada por la química orgánica. De manera que puedo explicar lo suprabiológico en clave biológica y entender la biología como procesos químicos y expresar lo químico de forma matemática. Ahora bien, lo que se preguntará cualquier mente medianamente crítica es qué tienen que ver el carbono, el hidrógeno, las neuronas y la expresión matemática de sus procesos en algo tan poco matemático como sostener la más elemental de las conversaciones, entender un chiste o interpretar una mirada.

De todo lo anterior se deduce que no podemos considerar como único objeto de conocimiento lo que se puede medir, contar, verificar y expresar numéricamente. El prestigio de la ciencia llena la modernidad, pero cuando se la toma como único conocimiento posible, se observa que no colma la vida del hombre, pues no habla de valores, de sentido, de metas, de fines, de aquello que el ser humano requiere en su vida diaria auténtica. Más allá de la ciencia hay otra cara de la realidad, más interesante, que esconde lo que Dostoiewski denominó “mitad superior” del ser humano, donde aparecen aspectos no cuantificables como la amistad y el amor: son sentimientos que no se pueden medir, pero que son la medida de nuestra humanidad.

El origen de todo

Al final de su ensayo Historia del tiempo, Stephen Hawking se atreve a decir que la ciencia, por mucho que avance, jamás será capaz de responder a la más grande de las preguntas: por qué el universo se ha tomado la molestia de existir.

La astrofísica explica el origen de todo lo conocido: el universo, con la teoría de una gigantesca explosión, el Big-bang. Pero lo que había antes del Big-bang, esa fabulosa concentración de energía miles de millones de veces más pequeña que el núcleo de un átomo, existía ya. Y es precisamente la existencia de esa especie de chispa en el vacío lo que debemos explicar para hablar del origen radical del universo.

La física reconoce que no puede hacerlo, pues uno de los límites del conocimiento físico es el muro de Planck, que oculta el comportamiento de los átomos cuando la gravedad es extrema: justo hasta 10 elevado a una potencia negativa de 43 segundos después de la gran explosión. Además, aunque traspasara el muro de Planck, el origen radical del universo quedaría fuera del campo de su estudio, pues dicho origen implica el salto de lo físico a lo no físico.

Ninguno de los seres que integran el universo se ha dado vida a sí mismo: todos, tanto los vivos como los inertes, son eslabones de una larga cadena de causas y efectos. Pero esa cadena ha de tener un inicio. Si el cosmos no se da la existencia a sí mismo, debe haber algo más, debe haber un ser que exista por derecho propio y que transmita existencia a los demás. ¿Adónde llegamos cuando nos remontamos hasta la fuente radical de la existencia? A una causa que sólo puede ser extracósmica.

La Filosofía tampoco llegará más lejos que la ciencia, puesto que es humana, y nunca sabremos la causa de la existencia: ¿por qué el ser y no la nada?

Egoísmo

Si preguntamos a alguien ¿qué es egoísmo?, seguramente nos responderá que es pensar en uno mismo sin tener en cuenta a los demás, anteponer las propias necesidades a las ajenas... Podría continuar, pero no es necesario. Existe bastante consenso intuitivo para deducir que todos sabemos muy bien qué es egoísmo.

La palabra egoísmo proviene de la raíz latina ego, que significa yo, y el sufijo ismo, que significa sistema, doctrina. Por tanto, teniendo en cuenta la etimología, el egoísmo es un sistema o doctrina basado en uno mismo; o sea, un esquema de interacción en el cual la persona actúa desde su propia identidad.

¿Por qué, entonces, está tan desacreditado el egoísmo? Muy sencillo, porque solemos confundir condición con función. Poseemos una noción instrumental del egoísmo. Si es a favor nuestro, no es egoísmo; si es en contra, sí. Por ejemplo: si dos personas quieren ir al cine, no hay egoísmo, cuando deciden quedarse en casa, tampoco, pero las dos se tildan de egoístas cuando sus deseos discrepan.

Humor y dictadura

En los regímenes totalitarios, donde cualquier crítica al poder ha sido abolida, sólo el humor permanece como forma de insumisión más o menos eficaz. Es cierto que en todas las cortes existieron bufones, a los cuales estaba permitido reírse de ministros y regidores, hasta del propio rey; pero esto sucedía porque sus burlas se consideraban inofensivas, ya que los bufones estaban clasificados entre los animales domésticos. El verdadero humor, para sobrevivir, tiene que aprender a sortear la censura impuesta por el dictador. Recurrirá a un estilo equívoco, utilizando expresiones que dicen una cosa y quieren decir otra, que incluso alaban aparentemente aquello que en realidad fustigan. Si la censura se hace más severa, el buen humorista no se volverá más tímido, sino más sutil. Entre ingenios muy refinados circula el siguiente axioma: la sátira que comprende el censor, merece ser prohibida. Es probable que al final haya que repartir entre los lectores un manual de exégesis: donde dice orden público léase opresión, donde dice Bucarest léase Valparaíso, donde dice gutapercha léase libertad, donde dice libertad es una errata. Última trinchera de las fuerzas de oposición, el humor persiste como una voz de los sin voz, como una única defensa de los indefensos. Según Escarpit, analista del tema y antiguo miembro de la Resistencia, el humor puede ser un instrumento de lucha en la medida en que, al exorcizar el miedo, infunde valor a los combatientes y, al desacreditar la amenaza, priva al tirano de su principal arma psicológica.

Pero no seamos ilusos. El humor constituye tan sólo un recurso espiritual, por sí mismo desprovisto de poder en otros niveles. El humor derriba los ídolos, recupera los espacios prohibidos, destruye y construye... Me lo imagino riéndose tiernamente de sus panegiristas. Reyes y emperadores siempre han ejercido creyendo que el juego es de verdad, y en eso consiste su error, pero también su terrible fuerza opresiva frente a los súbditos. El humor, más lúcido, más escéptico también, sabiendo que todo es juego, juega a jugar su propio juego, y ahí estriba su debilidad a la vez que su grandeza. Segismundo descubrió que la vida es sueño y se mofaba del rey que sueña ser rey; tal descubrimiento le confería un cierto poder disolvente, corrosivo, pero este poder iba a disminuir notablemente en cuanto se diera cuenta de que él también estaba soñando, de que sólo había soñado haber descubierto que la vida es sueño. En otras palabras, el gran peligro para el humor, para esa misión subversiva a que está destinado, radica precisamente en su lucidez, en su carácter disuasivo.

Por lo demás, admito que el humor pueda ser considerado un agitador incómodo, ya que de suyo resulta indomable. Desnudo y vapuleado, conserva sus resortes intactos, precisamente porque son espirituales. De san Ocadio mártir se dice que, cuando le mandaron arrodillarse ante el emperador, replicó: "Yo sólo me arrodillo ante Dios". Lo pusieron de rodillas por la fuerza, a golpes. Cuando le dieron la orden de levantarse, contestó: "Lo siento, aún no he terminado mis oraciones". ¿Comprendéis? Quiero decir que rara vez el humor ha servido para alcanzar una victoria, casi siempre sirve tan sólo para hacer honrosa la derrota. En términos generales, es mucho más apto para consolar que para conceder la felicidad. Sin embargo, debo decir otra cosa a favor del humor, y es que si llega un día la victoria, esa victoria de los oprimidos y sojuzgados con los cuales él había hecho causa común, entonces pasará inmediatamente a la oposición, ya que por naturaleza sigue siendo inconformista y disidente. Respecto del pasado, respecto de aquella lucha que acabó con éxito y en la cual él colaboró tan sinceramente, a partir de ahora se encargará de ir añadiendo al margen notas irónicas en la historia oficial escrita por los vencedores.

Refutando a Osho

Sócrates, Séneca, Descartes, Kant, Sartre... Mi formación en Filosofía se basa en las enseñanzas de los grandes pensadores europeos. No sé por qué en España se descuida el estudio de las filosofías no europeas, porque vivimos en un mundo pluricultural y para no tener una visión reduccionista, conviene abrirse a lo que las diferentes culturas pueden aportar. Con este afán, he sumado a mis lecturas el libro “Hombre y Mujer, la danza de las energías”, de Osho, un místico contemporáneo cuya vida y enseñanzas han influido en millones de personas en todo el mundo. “Mi mensaje no es una doctrina ni una filosofía. Mi mensaje es una alquimia, una ciencia de transformación”, así ha definido él mismo su obra.

Los valores que defiende Osho, voluntaria o involuntariamente, están de acuerdo con sus propias vinculaciones culturales, con su formación académica, fue profesor de Filosofía en la Universidad de Jabalpur (India), y el taoísmo fundamenta su pensamiento. Me ha sorprendido que en su obra aluda a conductas humanas emitiendo juicios categóricos sobre ellas y que aplique adverbios como “siempre” y “jamás” a las personas, a esos seres que fluyen como un río y son siempre distintos, según sus propias palabras. También me ha llamado la atención no hallar sólidas argumentaciones, la exposición de los pasos previos que demuestren sus tesis, no hay razonamientos claros, no se encadenan lógicamente varias proposiciones para llegar a una conclusión. Las conclusiones brotan directamente de su certidumbre personal. Osho habla de las mujeres, y supongo que basa sus aseveraciones en la cantidad ínfima de mujeres que ha creído conocer, luego extrapola sus conclusiones a la mitad de la humanidad, tal vez porque ignora que cualquier afirmación general es falsa. Opina sobre Hitler, y deduzco que desconoce su biografía, pues considera que Hitler fue incapaz de llorar, de ser femenino, “por eso mató a millones sin el más leve remordimiento”. Hitler lloró durante toda su traumática infancia, le faltó el afecto y el apoyo de un padre comprensivo y tolerante. Si Hitler hubiera tenido otra infancia, otro padre, habría sido una persona diferente.¿Por qué Osho no analiza las causas de su conducta y juzga a un hombre basándose tan sólo en las consecuencias de sus actos? Nietzsche lo entendió mejor: “Quien con monstruos lucha cuide de no convertirse a su vez en un monstruo”. Hitler no logró salir airoso en esta contienda.

Estoy acostumbrada al proceso aristotélico, al conocimiento cierto por las causas. Conocer las causas de las cosas significa conocer el fondo y las causas de las cosas son siempre múltiples. Quizás éste sea el motivo por el que discrepo con Osho, él practica la inducción: llega a un enunciado general a partir de experiencias particulares. Esa generalización se apoya en la constatación de que la naturaleza se comporta de manera uniforme, y por ello los individuos de una misma clase natural se comportan del mismo modo. Osho se refiere a hombres y a mujeres, generaliza a cerca de sus conductas, por eso excluye a cada individuo que forma la especie humana y que con su carácter único y sus circunstancias únicas se separa de ese todo uniforme.

-“El hombre representa acción, la mujer representa inacción”. Existen hombres pasivos y mujeres activas.

-“El hombre y la mujer son complementarios”. Cada ser humano es un individuo entero, quienes necesitan de cualquier complemento aún están edificando su personalidad.

-“Un hombre, para ser realmente masculino, ha de ser aventurero, creativo, ha de ser capaz de tomar tantas iniciativas en la vida como le sea posible. La mujer, para ser mujer de verdad, ha de ser un estanque de energía detrás del hombre, para que la aventura pueda disponer de tanta energía como sea posible”. La masculinidad y la feminidad se miden con otros parámetros que nada tienen que ver con tomar iniciativas sin tregua o con suministrarle energía a otro para que realice sus proyectos.

-“La mujer piensa intuitivamente, el hombre intelectualmente, lo que impide el encuentro”. La mujer es capaz de pensar intelectualmente, igual que el hombre puede pensar intuitivamente. La intuición y la inteligencia no se reparten por sexos, sino por personas. Con buena voluntad e interés por ambas partes, es posible el entendimiento.

-“El hombre es más argumentativo. Esto han aprendido las mujeres: si siguen hasta el final de la discusión él ganará. De modo que no discuten, pelean. Se enfadan y lo que no pueden hacer mediante la lógica lo hacen a través de la furia”. Una discusión no se gana sólo con argumentos, que pueden ser erróneos, la mujer lo sabe y si tiene razones de peso, las defenderá ante cualquier hombre. Pocas mujeres eligen como opción pelear contra un hombre, reconocen su inferioridad física, que no intelectual, respecto al varón y evitan resolver los conflictos en una lucha a brazo partido.

-“La mujer tiene sus propios argumentos: romper platos”. Por favor, qué insulto a la inteligencia es éste.

-“A medida que las parejas se asientan, el marido olvida todo sobre las discusiones. Cuando entra en casa, respira hondo y se prepara para cualquier cosa irracional que vaya a suceder”. ¿Acaso la mujer es irracional? Osho se suma así a la opinión machista de millones de hombres en el mundo y que resume en una frase: “No hay quien entienda a las mujeres”. Ésta es la postura de quien comprende muy bien su propia causa, pero no la de la otra.

-“Al hacer el amor un hombre pierde energía, una mujer la gana. Por eso las mujeres se han visto inhibidas en todo el mundo. ¡Si no se las contuviera, el hombre moriría! Sería imposible para ningún hombre satisfacer a alguna mujer”. Sólo queda concluir que todas las mujeres son unas ninfómanas viciosas. Puede que las mujeres con las que se acostó Osho no alcanzarán el orgasmo y por eso se quedaran tan frescas mientras a él se le iba la fuerza por el pene, pero la verdad es que, tras una buena sesión de sexo, las mujeres también se agotan. La mujer resiste mejor los envites sexuales, pero de ahí a aseverar que si no se la contuviera mataría al hombre... Lo único que demuestra Osho es un profundo desconocimiento de la fisiología femenina.

-“La inteligencia y la claridad forman parte de la mente masculina”. La estupidez, por ende, debe ser el distintivo femenino.

-“Es muy difícil para una mujer decidirse, porque es más fluida, más un proceso y menos solidez. De modo que siempre que sean necesarias decisiones, escuchad a un hombre”. La mujer decide y lo demuestra a diario, porque la vida de cualquier ser humano se basa en la toma constante de decisiones.

-“La mujer siempre es partidaria de lo viejo, de lo establecido, sin importar que sea bueno o malo”. ¿De dónde saca esto? La mujer es partidaria de la novedad, le agrada lo nuevo y posee el juicio suficiente para determinar si algo es malo o bueno. Hay hombres resignados, temerosos e inactivos que esperan que otro les resuelva la vida. De la misma manera, existen mujeres que luchan, que se esfuerzan, que logran darle la vuelta a las situaciones que no les agradan.

-“Jamás entenderéis nada sobre el amor a través de los poetas, son las últimas personas en tener alguna percepción sobre el amor. De hecho, escriben poesía sobre el amor porque en su vida han perdido el amor, es un sustituto”. Los poetas tienen el don de transformar las emociones en palabras, no entienden el amor, como no lo entiende nadie, pero saben describir perfectamente y con suma belleza sus efectos. Hablan del amor porque aman.

-“El amor de un hombre únicamente es parte de su vida, tiene otras muchas cosas que hacer. El amor en una mujer es toda su vida”. La mujer también desarrolla numerosas actividades en la vida, además de amar.

-“Si la vida fuese lógica, sólo habría habido hombres o mujeres, no habría existido la necesidad de un polo opuesto”. ¿Por qué?¿La razón de que la vida sea ilógica es que existen hombres y mujeres?

-“La penetración física es sexo, lo cual es algo muy superficial. La penetración psicológica es amor, que es mucho más importante, hermoso y humano. Lo primero es animal, lo segundo es humano”. El mismo animal que folla, ama. La penetración psíquica puede ser también odio destructivo, manipulación, tortura emocional...

-“El hombre básicamente es poco convencional. La mujer siempre apoya el statu quo, y el hombre está dispuesto a ir en pos de cualquier estúpida revolución. Apoya cualquier cosa en cambio. Que sea un cambio para bien o para mal es de poca importancia. El cambio es bueno”. Esta sentencia echa por tierra la teoría de que el hombre es racional, inteligente y con una mente clara. Si obra al tuntún y apoya cualquier cambio, por nefasto que sea, no puede decirse de él que obre con arreglo a su inteligencia, sino a su estupidez.

Tao, Shiva y Shakti, yin y yang, polaridad... Nunca he visto las cosas de este modo, no las considero porciones de un todo dividido en dos mitades opuestas, tampoco he sentido en mi interior la dualidad hombre-mujer. Osho me ofrece su opinión al respecto: “Esto es lo más fundamental de convertirse en una persona completa: el hombre y la mujer que lleváis dentro deben enamorarse y desaparecer en el otro. El ser interior debería volverse andrógino, ni hombre ni mujer. Entonces estáis integrados, sois uno... Convertirse en uno es llegar”. Será, pues, que he llegado. No sé adónde, pero he llegado.

La ética de la libertad

De la libertad se ocupa propiamente la Ética. Libertad es decidir y también darse cuenta de que se decide. La libertad es individual, nadie puede ser libre por mí. Como no vivimos solos, como somos animales sociales, muchas cosas se nos imponen, queramos o no, pero entre las órdenes que nos dan, las cosas que se nos imponen, las costumbres que nos rodean y las que nosotros adquirimos, hay que aprender a elegir.

Una persona libre posee pensamiento propio, por eso precisamente ha llegado a la libertad. Una persona libre piensa lo que hace y obra en libertad. La ética del hombre libre no tiene nada que ver con los premios y castigos o con las recompensas. El Derecho Jurídico nos marca pautas de conducta e impone sanciones a quienes las violan. Pero el Derecho no siempre es moral, es decir, no siempre se ajusta a las normas que el individuo acepta como válidas. Aquí entra en juego la Ética, que es la reflexión sobre por qué las consideramos válidas en comparación con otras “morales” que tienen individuos diferentes.

Para un nazi del III Reich era bueno gasear a los judíos, el acto representaba un medio para conseguir un fin: lograr la raza aria. No creo equivocarme si afirmo que los judíos no compartían este criterio.

Puede darse el caso de que una persona que se halla en una situación de necesidad extrema se vea “obligada” a robar en nombre del deber ético de su propia subsistencia o de la de su familia, sin embargo, esta conducta ética del “ladrón” estará en contradicción frontal con las normas morales y jurídicas vigentes.

A fin de hacer posible la convivencia política de los ciudadanos, el derecho asume el “moldeamiento moral” de los mismos y marca límites. Por consiguiente habrá que tener en cuenta que la convivencia que El Bien Común busca hacer posible es siempre una convivencia de individuos y de grupos en conflicto. Es puro idealismo dar por supuesta la posibilidad de una convivencia armoniosa que hubiera de producirse automáticamente tan pronto como todos los ciudadanos se comportasen éticamente. Ni siquiera cabe decir, con sentido, que este ideal de convivencia armónica es la expresión de un deber ser, porque lo que es utópico, lejos de poder presentarse como un deber ser, siempre incumplido, habría que verlo como un simple producto de la falsa conciencia.

Te veo...

Te veo en medio del laberinto, desorientado, entre Ariadna y el Minotauro. Las noches sin estrellas pueden ser muy bellas si la oscuridad no te espanta. Entre la multitud de senderos, elegir uno, cualquiera, todos llevan al mismo destino: la muerte. Qué importa si zigzagueamos o andamos en línea recta, ¿importa el camino? ¿importa la meta? La única sabiduría que cuenta es la nuestra, lo que otros saben, lo que otros ignoran, forma parte de su bagaje. Cada cual ha de portar su propio equipaje. Los gurús prenden fuegos de artificio, pero tras la explosión de color, apenas un destello, vuelve la negrura. La única luz que nos guía es la que arde en el corazón. A veces nos sentimos perdidos, atropellados por la vida, que gira y gira incesante. Nada concluye, el mundo sigue, con nosotros, sin nosotros, contra todos. El paisaje más triste y desolado es un festival cuando aparece una estrella. Esa estrella eres tú para mí, yo para ti, él para nosotros. Apenas un segundo de dicha fugaz antes de partir de nuevo, solos, pero con esa llama que nos dejaron aquellos a los que amamos.

Las creencias

Todos creemos en algo, incluso los escépticos como yo. No existe nadie que no crea en algo. En definitiva, todo es fe. La ciencia misma es un acto de fe. El científico cree en las leyes de la naturaleza, en la exactitud de sus análisis, en la capacidad de su inteligencia.

Aunque parezca un contrasentido, la ciencia está constituida sobre un acto de fe, se empieza creyendo en el testimonio de los sentidos y se acaba elaborando una doctrina. Sólo por lo que tiene de creencia, la ciencia se atreve a negar lo que ella es incapaz de probar. ¿Puede probarse acaso que sólo es verdad lo que se puede probar? El racionalismo tiene razones que la razón ignora.

La realidad confirma a diario la presencia de lo aleatorio como algo inherente a la naturaleza. Por eso, a la ley de la causalidad la ha sustituido la teoría de la probabilidad, a los esquemas deterministas el principio de indeterminación, a los axiomas las hipótesis. La ciencia moderna trabaja con hipótesis, que luego los hechos corroborarán o desmentirán. El éxito actual de la ciencia radica en su relatividad, ya que sólo establece leyes provisionales y cálculos aproximativos. El margen de influencia reservado al azar, a la Divina Providencia, a los hados o a la Naturaleza, queda pues garantizado. Y los científicos modernos ya no creen que saben, ahora saben que creen.

No hay certezas absolutas, sólo certezas estadísticas y sólo estadísticamente se puede decir que las estadísticas resultan fiables.

La fe no consiste en acumular la razón, sino en usarla de un modo razonable. Bajo el imperio de la razón, el hombre ha ido reduciendo su universo cada vez más, hasta el punto de confundir lo verdadero con lo verificable o con lo verosímil. Las consecuencias han sido, evidentemente, desastrosas.

Por eso es imprescindible la fantasía, tan imprescindible como un segundo remo. Con un solo remo siempre navegaríamos en círculo, dando vueltas y más vueltas. El progreso meramente racional será siempre un círculo vicioso, tautológico. Y es que el hombre es un rey cuando sueña y un mendigo cuando piensa. La fantasía es una manera de combatir las limitaciones de lo real.

Sentencias e interludios

*Las sociedades actuales tienen una pauta común: actúan bajo la dirección de un líder porque los ciudadanos son educados para no pensar, para no cuestionar las órdenes del pastor del rebaño.

*El mundo nunca será mejor de lo que es, a lo sumo, será distinto.

*Lo que muchos odian del que piensa de otro modo no es tanto la opinión distinta que éste profesa, sino su atrevimiento a querer juzgar por sí mismo.

*Pocos son los que piensan, pero todos quieren tener opiniones. ¿Qué hacen entonces? Toman las de los demás en vez de forjarlas ellos mismos.

*Un filósofo es alguien que, al igual que los demás, tiene dudas; pero, a diferencia de los demás, intenta darles respuesta por sí mismo.

*No duele la mentira de un amigo, lo que duele es no poder confiar en él.

*La fe es el precipicio en el que se suicida la razón, el ara de la libertad.

*Por adversa que nos sea la vida la responsabilidad de nuestros actos la tenemos cada uno de nosotros, las excusas sólo son coartadas.

*Lo importante no es averiguar si existe vida después de la muerte, sino vivir esta vida que tenemos ahora.

*Resulta difícil ser comprendido, especialmente si uno piensa.

*Es privilegio de los más fuertes ser independientes.

Caín

El pájaro rompe el cascarón. El cascarón es el mundo. Quien quiera nacer tiene que destruir un mundo. Sólo así formará parte de la estirpe de Caín, el que rompió el yugo de esclavitud que lo sometía a un señor, el fugitivo sin patria que alcanzó la libertad.

Fábula

_¿Qué pides a cambio de tu alma? _le pregunta Satanás al Hombre.

_Quiero riqueza, poder, honores. También juventud, fuerza, vigor. Exijo sabiduría, buena suerte, amor y placeres. ¿Me darás todo esto? –responde el Hombre.

_No, no te daré nada _dice Satanás.

_Entonces no te entregaré mi alma.

_No hace falta, tu alma ya es mía.

Orígenes del escepticismo

Orígenes del escepticismo Escepticismo significa indagación y su objetivo, de conformidad con la orientación general de la filosofía postaristotélica, es la consecución de la felicidad como ataraxia.

El escepticismo niega cualquier doctrina determinada, en una indagación que ponga de relieve la inconsistencia de cualquier postura teórico-práctica, considera engañosas a todas y se abstiene de aceptar alguna. Por eso se aplica en refutar los diversos puntos de vista, y ha desempeñado un cometido histórico importante, apartando a las escuelas filosóficas contemporáneas de su estancamiento dogmático y estimulándolas constantemente a la indagación de los fundamentos de sus postulados.

El fundador de la escuela escéptica fue Pirrón, esta escuela no duró mucho, pero la orientación escéptica fue reemprendida por los filósofos de la Academia, que encontraron en su fundamento la esencia de la doctrina platónica. De hecho, Platón sostuvo que no puede haber ciencia del mundo sensible y los escépticos se quedaron únicamente con la parte negativa de su doctrina, la que niega la validez de ciencia al conocimiento del mundo sensible y reduce dicho conocimiento a una mera opinión.

Entre los grandes nombres del escepticismo clásico se encuentra Carneades de Cirene, considerado fundador de la tercera Academia. Afirmó que saber es imposible y que ninguna aseveración es verdaderamente indudable. Negó que el sentido o la razón puedan servir como criterios de verdad. Para demostrar sus ideas, pronunció en Roma un persuasivo discurso de alabanza a la justicia en el que demostró que es la base de la vida civil. Pero otro día pronunció un nuevo discurso, más convincente aún que éste, evidenciando que la justicia es diferente según los tiempos y los pueblos y que en muchas ocasiones está en contradicción con la prudencia. Echó por tierra la teoría de que con la dialéctica se puede distinguir lo verdadero de lo falso. Y llegó a la conclusión de que la verdad se juzga de un modo subjetivo y por tal motivo sólo puede ser creíble lo que es probable, aquello que tiene mayor grado de probabilidad.

Enesidemo admitió 10 modos (tropos) para llegar a la suspensión del juicio. Según sus argumentos, si las sensaciones son diversas para los diversos hombres o en diferentes circunstancias, no se puede distinguir entre la verdadera y la falsa. Si los objetos parecen diferentes según se presenten mezclados o sencillos, en mayor o menor número o según se presenten aislados o en relación, o raramente o con frecuencia al hombre, ¿cómo se decidirá cuál es la auténtica realidad del objeto? Incluso la diversidad de creencias y opiniones humanas es tal que hace imposible decidirse por una o por otra.

La aportación más importante a la filosofía hecha por los escépticos es la suspensión del juicio, basándose en los siguientes enunciados: Puesto que la disparidad de opiniones entre los filósofos impide escoger entre ellos. Puesto que toda prueba parte de principios que a su vez exigen una prueba, y así hasta el infinito. Puesto que nosotros conocemos un objeto en relación con nosotros, no como es en sí mismo. Y puesto que toda demostración se funda en principios que no se demuestran, sino que se admiten por convención, llegamos al círculo vicioso (dialelismo) por el cual se supone demostrado precisamente aquello que debe demostrarse: lo que demuestra la imposibilidad de demostración.

Los últimos escépticos antiguos florecieron durante el último siglo antes de Cristo y hasta el siglo II después de Cristo. Toda su filosofía se recopila en la obra de Sexto Empírico: “Los elementos pirronianos” y “Contra los matemáticos”. Esta obra es importante no sólo porque representa un compendio de todo el escepticismo antiguo, sino porque permite conocer con más profundidad las doctrinas que critica.

Si Sócrates afirmaba que el hombre no podía saber, de ahí el no saber nada, los escépticos obvian esta afirmación y siguen buscando. Porque quizá éste sea el ideal de la investigación: la búsqueda, sin punto de partida ni meta de llegada.

Cogito

¿Qué significa el sudado "Cogito, ergo sum"? Pienso, luego soy. ¿No se tomó Descartes excesivo trabajo en demostrar algo tan evidente como su existencia?

Individual y colectivo

Puesto que el tema que me propongo desarrollar daría para varios y prolijos tratados, intentaré resumir muy sucintamente mis ideas sobre la doble identidad del hombre y los conflictos que esto propicia.

Cada individuo es una entidad bio-psico-social única, dotado de una personalidad propia y dinámica que se halla en constante evolución.

Consciente de sus limitaciones, el hombre ha establecido estructuras organizadas mediante relaciones con otros individuos, a los que se une para ejecutar tareas que le permiten el logro de sus objetivos.

Como individuo social que es, el hombre interacciona con otros miembros de la sociedad con los que trata mediante relaciones de afecto, sexo, odio, agresividad, altruismo, solidaridad, obediencia, conformidad... Y asume reglas, modelos de comunicación, roles de status, liderazgo...

Los miembros de un grupo social comparten un conjunto de objetivos, valores y creencias comunes encaminados a alcanzar unos fines determinados por el propio grupo, que se dota de normas o pautas de conducta que rigen tanto la conducta externa como la interna de sus miembros.

Cuanto más grande es el grupo social, más específica es la estructura de roles: conducta que se espera que desempeñe cada integrante del grupo dentro del mismo.

Aun integrado en un grupo y asumiendo sus tareas grupales, el hombre sigue intentando satisfacer sus necesidades individuales y he aquí una fuente constante de conflicto, porque el hombre desea pertenecer a un grupo que le respalde, pero sin renunciar a ser él mismo. Algo difícil de lograr, porque cada persona sufre una gran transformación individual al integrase en un grupo. Dicha transformación genera malestar ya que fuerza a renunciar a importantes parcelas personales en beneficio del grupo.

Hablaba de que el individuo se halla en constante evolución, pues bien, la sociedad se encuentra en perpetuo desarrollo, origen de tensiones entre lo viejo y lo nuevo cuando las relaciones establecidas ya no resultan adecuadas. Se produce entonces un “movimiento” provocado por algún sector de la sociedad que tiende a atraer a ciertos colectivos de la misma para que se produzca un cambio social.

Los movimientos representan o defienden valores y realidades universales –o pretendidamente universales-. Las razones que los movimientos sociales aducen son: el bien común, la libertad humana, el bienestar colectivo, los derechos del hombre, la salud de todos, la supervivencia de la naturaleza, etc.

El error de cada movimiento social surgido hasta la fecha ha sido defender los intereses del grupo, hablar por el grupo, dejando de lado la satisfacción del individuo, sin la cual ninguna sociedad será “perfecta”, exigiéndole unos sacrificios y obligándole a cambiar individualmente para mejorar el grupo.

Los movimientos se aglutinan alrededor de un líder, que, incapaz de mover a todos hacia su “noble” causa, acaba ejerciendo una presión para forzar el cambio que preconiza mediante publicidad, propaganda, proselitismo o incluso amenazas.

El último gran movimiento social fue el auspiciado por la doctrina comunista, que habría de liberar al hombre de una vez por todas de los yugos que le oprimían.

No pudo implantarse sino por la fuerza, mediante la revolución bolchevique. El sueño politizado no satisfizo al individuo ni a la sociedad, los ciudadanos se convirtieron en súbditos y el proyecto se zanjó con 20 millones de muertos.

Un paseo por la Historia de la humanidad basta para ver lo evidente, el hombre no sabe conjugar su existencia individual con su existencia grupal.

Eso que llamamos verdad

Eso que pomposamente llamamos verdad es una convención social, un espejismo al que hemos otorgado el rango de oasis.

La verdad es una mentira con uniforme de general.

Realidad y ficción

En la tiránica voluntad de querer cambiar el mundo sólo se esconde el utópico deseo de querer diseñar ese mundo a nuestra manera, para que termine siendo un incómodo traje a la medida de nuestros sueños y un incómodo pingo a la medida de las pesadillas ajenas.

Pero la realidad es un niño caprichoso y derrochador que nunca se cansa de cambiar de traje: no es necesario provocar ese cambio.

Vivimos en una suma de ficciones que llamamos realidad. ¿Qué son las revoluciones, las ideologías, las leyes, los ídolos y las religiones, qué son sino sueños, íntimas ficciones que hemos querido imponer sobre el mundo? ¿Por qué juzgar una página de Leibriz o Gustav Meyrink menos real que el hombre que la escribió o la pluma con que fueron redactadas? ¿Por qué defender que un verso de Marcial o Virgilio es menos real que un pantalón o una iglesia? ¿Qué objeto mental es más incierto o más improbable que un objeto físico? No es impreciso suponer que el realismo es un fruto del amor hacia la realidad: ¿y qué objeto existe más voluble e incierto que el amor? Pero no nos engañemos, basta escribir la palabra amor para que la idea de amor exista. Y basta con pensar en Dios para que sea tan real como la tierra que pisamos.

Creo que no es gratuito afirmar que esta última frase la sostiene una agnóstica. Yo creo que Dios es una divertida invención humana, es decir, existe por las mismas razones que Don Quijote, Orfeo o Gulliver: porque un día algunos hombres decidieron inventarse ciertos personajes con la temeraria pretensión de explicar esa raza, no del todo civilizada, que puebla el mundo y las bibliotecas con libros que frecuentan lo inexplicable. Nada tan real como Dios, ese personaje de novela que sólo existe en los libros y en las esperanzas de aquellos que se niegan a morir.

Nada que sea pensable es irreal. Otra cosa es que lo pensado sea algo tangible.

La vida

Cada uno cumple en esta vida la unánime condena de crear paraísos ridículos cuando cae en la oscuridad y comprende, con dramática inocencia, que no sabe qué es lo que hace en el mundo.

La vida, rara y fugaz, la muy hija de puta, tan absurda que se convierte en un desdichado circo del que nosotros somos sus tristes payasos.

La inseguridad de la madurez otorga un inesperado premio. ¿Qué es la realidad? Ser, con el terror de tener que morir y, encima, con el redoblado terror de vivir.

Animales sociales

Los seres humanos, además de animales sociales (Aristóteles aludía a que vivimos en grupos, tal vez fuese más exacto decir en rebaños), somos injustos por naturaleza. La condición humana es egoísta y antepone siempre el bienestar propio al de los demás, es obra y gracia de nuestro instinto de conservación, el más poderoso que existe. Sólo en ocasiones puntuales, entiéndase grandes cataclismos, al hombre se le despierta el instinto de conservación grupal: el de la especie. Y entonces sí que ayudamos a nuestros semejantes, pero no de manera altruista, su vida depende de nosotros y viceversa, así que no es una muestra de generosidad sino de necesidad. La biología nos ha hecho así.

Podríamos ser mejores, ¿quién lo duda? Podríamos ver al prójimo como alguien cercano y no como un enemigo. Podríamos conceder a los demás la libertad que reclamamos para nosotros mismos. Podríamos escuchar en vez de oír. Podríamos hacer tanto... Pero desde antes de que fuéramos homos andamos metidos en guerras y luchas, somos dominantes, injustos, hirientes. Desde el mismo momento en que una segunda persona habitó el planeta han existido desigualdades, conflictos, posiciones de dominio:

- Adán: ¿Por qué has tenido que comer la manzana prohibida? Eres una estúpida.
- Eva: Y tú un grosero. Esta noche no mojas.*

Una persona + una persona = pelea. Siempre que dos seres humanos se encuentran en un mismo lugar durante cierto tiempo, y por algo más que un motivo intranscendente, surgen diferencias de opinión, y a veces estas diferencias acaban mal. Si nos peleamos con nuestros padres, con nuestra pareja, con nuestros hermanos, con nuestros hijos, ¿cómo no vamos a pelearnos con los extraños? No podemos evitar ser como somos.

* Hipotético diálogo en el jardín del Edén.

Apreciar el arte

Para apreciar el arte no hace falta ser artista, como tampoco hace falta ser una gallina para saber si una tortilla de patata está bien hecha. Pero no es lo mismo juzgar el arte que ser capaz de practicarlo. Se nace médico como se nace poeta. Hacer crítica de poesía no es poético, ni extirpar el apéndice; lo poético es escribir la Ilíada. En otras palabras, el arte no está en el análisis, que es posterior, la poesía está en el poema.

¿Y qué es poesía? Una magia particular, una estética, una emoción, una forma de expresar la pasión. Es decir, la poesía rehuye toda definición y acaba poniendo en ridículo a quienes intentan definirla. ¿Cómo definir el encanto de una rosa, los ojos de la persona amada cuando nos vemos reflejados en ellos, la belleza de una puesta de sol?

Improvisemos pues una definición para la poesía. ¿Sabéis qué es una grúa? Pues exactamente lo contrario.

Falacia

- Si toma cianuro, entonces morirá.
Usted toma cianuro.
Por lo tanto, morirá.

- Si toma cianuro, entonces morirá.
Usted no toma cianuro.
Por lo tanto, no morirá.

- Si tomo cianuro, entonces moriré.
Muero.
Por lo tanto, tomé cianuro.