Nini nana
La crisis solo discrimina a unos pocos afortunados. Las personas menores de 25 años no encuentran su primer empleo. Las que se hallan entre los 30 y los 40 años ganan un sueldo de risa que no les permite independizarse de sus padres. Quienes superan los 40 están “muertos” laboralmente hablando. Las pensiones de jubilación pierden poder adquisitivo por momentos. Se habla mucho de incentivar el empleo juvenil, y es bueno que así se haga, pero ¿alguien se acuerda de los mayores de 45 años? Las empresas apuestan por gente joven, dispuesta a aceptar cualquier salario que le ofrezcan, sin tanta “mili hecha”. La esperanza de vida llega a los 79 años en los hombres y a los 85 en las mujeres, es obvio que a esta generación le resultará imposible depender de las pensiones públicas.
La edad de jubilación se alarga, y puede que lo haga aún más. Los que hemos perdido nuestro puesto laboral antes de los 50 no podremos jubilarnos hasta los 70 años, y eso para cobrar una mierda de pensión. ¿Cómo piensa el Gobierno que vamos a subsistir los 20 años de vida laboral que nos quedan si carecemos de ingresos para ahorrar, si las empresas nos rechazan por “viejos”, si no nos corresponde percibir ninguna subvención por haber agotado las prestaciones del paro? La cuestión no es ninguna tontería. El 22% de la población española tiene menos de 30 años, pero el 38% supera los 45. El número de desempleados con menos de 25 años asciende al 57%, pero hay 1,67 millones de parados entre los 45 y los 65 años. Entre estos últimos, casi un 75% tiene menos de 55 años y le queda muy lejos la edad para jubilarse.
¿Qué soluciones hay? Hasta la fecha, el Gobierno no contempla ninguna para esta dramática realidad. Se podría bonificar con ayudas del Estado a las empresas que contraten trabajadores de mediana edad, pero como no hay trabajo… ¿Reciclar a estas personas, darles más formación? ¿Para trabajar en qué? Recordemos que se trata de personas condenadas a pagar una hipoteca de por vida; compraron una vivienda a precios abusivos en tiempos de la burbuja y ahora no vale ni la mitad de lo que costó. En muchos casos existen cargas familiares importantes, hijos que ni estudian ni trabajan o padres ancianos a los que hay que atender. Los empresarios deberían entender estos condicionantes, valorar la experiencia laboral, la capacidad de trabajo de estos candidatos. No vale la excusa de que es gente desfasada, ciberanalfabeta, reacia a aprender cosas nuevas… Hace años que nos manejamos con el ordenador, con Internet y con lo que haga falta. Y si no sabemos, aprendemos.
La situación de los jóvenes es grave, nadie lo discute, pero el Gobierno debe preocuparse también, y en igual medida, por los demás ciudadanos, que mañana mismo nos convertiremos en una fuente de problemas sociales, en una onerosa carga para las arcas públicas, en una masa desesperada. ¿Cómo esperan que comamos, que paguemos impuestos, que tengamos una vida?
¿Nadie piensa en lo que se nos viene encima? No, claro que no. Esto es España y aquí somos incapaces de prever nada. Así nos luce el pelo.
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