Muerta
Tras el chequeo, el médico me dice: Está usted perfectamente.
¿Cómo es posible?, me sorprendo yo. Me encuentro fatal.
El médico sonríe.
Salgo de la consulta y me doy cuenta de que me he equivocado de especialista, tenía que haber ido al forense. Porque aunque esté aquí y dé la impresión de que sigo escribiendo, la verdad es que llevo varios meses muerta.
Lo único que podría interesarme ahora es determinar las causas de mi muerte, pero deben ser tantas y la incidencia de cada una y la relación entre ellas debe ser tan complicada que resultaría demasiado farragoso formular una hipótesis medianamente rigurosa. Además, ¿tendría sentido este esfuerzo? Estoy muerta. O no. Porque leo. Escribo. Pago facturas.
Estoy muerta. Nada me hace dudar.
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