Cortar y recortar
Los recortes del Gobierno se manifiestan en todos los ámbitos y de muchas formas, pero también nos colocan en situaciones dramáticas que van más allá del mero tijeretazo. Uno puede entender que se reduzcan las inversiones, que se paralicen las infraestructuras, que se aparquen proyectos de mejoras, pero cuesta aceptar que se deje sin apoyo a familias que tienen a su cargo a un anciano, a un enfermo crónico o a un discapacitado. Situaciones, todas ellas, que comportan mucho esfuerzo, mucho trabajo y, cómo no, mucho dinero.
La Ley de Dependencia creó grandes expectativas, era una salida, una ayuda para miles de familias españolas. Se está jugando con un colectivo que vive a diario situaciones muy duras y complicadas, que lucha por atender las necesidades básicas de la persona que cuidan. Aquí no vale alegar falta de dinero, ni echarle la culpa a la crisis, hablamos de seres humanos, no de kilómetros de asfalto. ¿Qué priorizamos? Cumplir unos parámetros racionales de endeudamiento del Estado o dejar abandonadas a miles de personas ancianas, enfermas, con algún tipo de discapacidad. Son personas que malviven con sus limitaciones y gracias a la buena voluntad, a la dedicación y al esfuerzo que quienes les rodean. Los políticos han de recordar que su incompetencia produce sufrimiento.
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