El nuevo mundo
El mundo ha cambiado mucho desde sus orígenes. Es cierto que vivimos en un mundo más racionalizado, administrado y tecnificado que antes, también, paradójicamente, se ha convertido en menos opresivo y más inhumano que nunca. Por el mismo movimiento, por la misma tendencia, por la misma actitud que nos libera cada vez más del poder de las cosas y de la coacción de los objetos, el mundo contemporáneo objetiva de tal manera todo lo que observa, que cualquier interioridad parece ilusoria y toda subjetividad, susceptible de ser reducida a una individualidad biológica. La misma lógica que somete el mundo de los objetos al sujeto que los construye, los somete y los transforma, destituye al sujeto y lo convierte en un simple objeto privilegiado.
La característica del Homo faber es de referirlo todo a él, de transformar el mundo y adaptarlo a sus necesidades, de construir todo aquello que piensa para apropiárselo. Consecuencia: el hombre ha llegado a representarse a sí mismo como un objeto de su propia representación y, por tanto, como una fabricación, una construcción, un producto. El hombre contemporáneo es un sujeto lógico que se representa a sí mismo, desde el punto de vista epistemológico, como un objeto, un objeto científico que se rebela contra su propio estatuto lógico y reivindica la espontaneidad libertaria y disidente de su irreductible subjetividad. Se conoce de una manera diferente de como se experimenta y se nota diferente de todas las imágenes que construye de sí mismo. Subjetivamente no se identifica con aquello que cree conocer objetivamente de sí.
Este hombre que ha domesticado el mundo con su técnica, ahora se encuentra domesticado por su técnica. La misma astucia, la misma habilidad, el mismo ingenio que utiliza para domesticar, para atrapar al mundo, le ha atrapado a él y le ha convertido en su propio objeto. Sondeos, estadísticas, publicidad, propaganda…, todas estas nuevas técnicas le niegan como sujeto y lo construyen como objeto. Fabricamos un modelo estadístico de lector o de conductor. Construimos un producto, que más o menos metafóricamente, más o menos simbólicamente, parezca responder a las expectativas latentes. Después construimos la imagen de este producto. La lanzamos, la distribuimos, la difundimos, la imponemos. Ya hemos hecho el juego de manos: hemos fabricado un nuevo lector o un nuevo conductor. Luego lanzamos al mercado un nuevo político, una nueva estrella del rock, una nueva carrocería, o un nuevo dentífrico: para cada nuevo “concepto” un estudio de mercado ha previsto ya el número de votos, de discos, de automóviles o de tubos vendidos, la cifra del negocio y la duración del producto en el mercado.
La ciencia y la técnica han hecho del hombre un objeto previsible y, como cualquier otro, manipulable y modificable. La inteligencia, que construye todo lo que concibe, sólo ha hecho explicable el hombre dejando de considerarlo hombre.
0 comentarios