Inglaterra para los ingleses
Según cifras de la Oficina Nacional de Estadística de Reino Unido publicadas la pasada semana, casi nueve de cada diez de los nuevos puestos de trabajo creados fueron para ciudadanos británicos. Dato por el cual David Cameron ha mostrado su satisfacción y aprovechando la ocasión ha recalcado que los datos reflejan que sus intentos de controlar la inmigración funcionan.
Mark Harper, ministro de Inmigración, aseguraba por su parte que, aunque los británicos han sido los mayores beneficiarios, el sistema “sigue permitiendo que los inmigrantes cualificados vengan al Reino Unido”. Y lo de cualificados es literal, ya que desde el mes de mayo al Gobierno le ronda por la cabeza permitir la estancia solo a los no comunitarios con “formación especial o capital”.
En 2014 termina el plazo que limita el acceso de trabajadores de Rumanía y Bulgaria al mercado laboral británico. Ambos países ingresaron en la Unión Europea el 1 de enero de 2007 y sus ciudadanos pueden visitar libremente el Reino Unido, sin embargo, necesitan un permiso especial para poder trabajar. El Gobierno carece de poder para prolongar de forma unilateral las restricciones, pero sí dispone de herramientas para expulsar a quien no le interese. Por eso estudia un plan que evite el aumento de la inmigración proveniente de aquellos países que tienen la soga de la crisis atada al cuello.
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