Sacacorchos
Antiguamente, las bebidas se vendían a granel y en recipientes que se sellaban con cera. En el siglo XVIII aparece la botella cilíndrica que permite ganar espacio gracias a la posibilidad de almacenaje horizontal. Desde ese momento se hace preciso un tapón, que tendrá que encajar perfectamente para que no se pierda líquido. Esta exigencia la cubre el corcho, debido a la permanente humedad a la que estará sometido, se propicia su dilatación y se obtiene una adherencia casi absoluta al cristal, razón por la cual urge encontrar un utensilio que permita abrir la botella.
Los primeros sacacorchos se utilizaron hace 300 años y eran parecidos a la herramienta con la que se extraían las balas de los fusiles. La primera patente fue la de Samuel Henshall en 1795 y durante el siglo XIX la herramienta evolucionó fabricándose diferentes modelos.
El primer referente concreto sobre el sacacorchos se encuentra en Inglaterra en el siglo XVII y la primera muestra del instrumento en sí procede de Francia. Es un complicado aparato que ha ido simplificándose con el tiempo, pero siempre llevará un tornillo o barrena que se introduce en el corcho permitiendo su extracción tirando del mismo.
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