La Iglesia española secunda a Monti
“Hay que cambiar la mentalidad de ser un pueblo subsidiado, que siempre busca la solución en que me solucionen otros el problema”, dijo Javier Martínez, arzobispo de Granada, en su homilía del pasado domingo. El prelado recordó los años en que se dedicaba a los estudios universitarios: “Hice alguna encuesta cuando estaba empezando a ser obispo, y un porcentaje muy alto, cercano al 80% de los chicos, buscaban ser funcionarios; eso es una enfermedad social”. Diga que sí, señor Martínez. Lo bonito es cambiar y aceptar nuevos desafíos. Y lo dice usted, que, al igual que el presidente italiano Mario Monti, tiene un empleo fijo en la Iglesia, una Iglesia que se embolsa cada año 10.000 millones de euros, es decir, unos 200 euros de cada español creyente o no.
Aspirar a un puesto de trabajo fijo en un país con 5 millones de parados es de locos, de enfermos desesperados esperando un milagro. Sí, es cierto. Por eso Martínez ofrece alternativas para salir de la crisis censurando a quienes esperan encontrar un empleo, "como si los trabajos estuvieran ahí siempre en los supermercados" y anima a que los parados nos hagamos emprendedores, como en Estados Unidos: “En EEUU el 90% de los que han fracasado en una empresa antes de un año han montado otra y aquí el 70% de los que han fracasado buscan otra actividad”. Se trata de hacer ganar a los bancos, porque el Gobierno ya ha puesto su granito de arena congelando la oferta empleo público.
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