Guerras humanitarias
La población civil pagará muy caro el apoyo militar a los golpistas de Bengasi contra el dictador de Trípoli. Aproximadamente uno de cada diez misiles disparados no hace diana en el punto fijado y se estrella en cualquier otro lugar fuera de control. Pero todos los misiles, los que aciertan y los que no hacen blanco, los que tienen la cabeza revestida de uranio empobrecido y los que solo tienen uranio empobrecido en los estabilizadores de sus alas, contaminan la zona. Es decir, este bombardeo eufemísticamente llamado humanitario matará a miles de civiles también en los años venideros.
Debido a sus características físicas específicas, en particular por su densidad, que lo hace extremadamente penetrante, así como por su bajo costo, producir un kilo de uranio empobrecido cuesta alrededor de dos dólares, y la dificultad que presenta su tratamiento como desecho radioactivo, el uranio empobrecido ha encontrado en el sector militar excelentes aplicaciones. En aleación con el titanio, el uranio empobrecido se emplea para perforar blindajes y como arma incendiaria.
La OTAN lo niega, pero existen pruebas fehacientes de que el uranio empobrecido se empleó en la guerra de los Balcanes con los misiles crucero tipo Tomahawk. Algunos misiles crucero llevan la cabeza reforzada con uranio empobrecido y contienen cerca de cuatrocientos kilos de este material. Consideremos el efecto de estas armas: según ha publicado la prensa internacional, durante el primer día de la guerra, el Pentágono declara haber disparado 112 misiles crucero en Libia. Tras una violenta combustión a unos 5000º C, cada impacto produce una nube de residuos tóxicos de dimensión variable, ¿Cuántos días durará la guerra? Multipliquen ustedes y tendrán una idea no muy alejada de la realidad.
Las guerras humanitarias, las armas quirúrgicas, las fuerzas de paz producen unos daños medioambientales y se cobran un número de víctimas indecente.
*Imagen: Reeddesing
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