Aprendí
Aprendí a olvidar el roce de tus labios,
a no escribir poemas que llevaran tu huella,
a apagar la luz que tú encendiste,
a borrar el eco de tu nombre
de las cosas vividas, de las cosas queridas.
Con el tiempo llegó el olvido,
se fue el dolor de la pérdida,
el son de la música que no bailamos,
el aroma de esa flor ahora marchita
y las noches eternas de vacío.
Quise desandar el camino andado,
pero el reloj nunca se detuvo
y seguí adelante, siempre adelante.
Escapé de la nostalgia por los días que se fueron,
enjugué las lágrimas que nunca viste,
y escapé, escapé de ti y de tu recuerdo.
Ahora existe un paraíso lejos del tuyo,
otra vida cuyo eje no es tu vida,
una ilusión sin tu mirada,
otros ojos, otras manos y otra boca.
Y es que aprendí a borrar tu rastro
de los rincones llenos de ausencia.
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