¿Qué es filosofar?
¿Qué es filosofar? Una actividad específica de la Filosofía es el pensar, y este término se perfila con otro verbo: “conocer”. El conocer es un principio propio de la ciencia y consiste en la aprehensión intelectual del objeto. El pensar, por el contrario, implica permanecer en las meditaciones, implica la atención al proceso. El filosofar, en este sentido, no tiene objeto, cuando se propone alguno, pensar en torno a él es la llamada reflexión. El pensar interfiere en esa actividad, introduce una cuña, contempla lo que hacen los demás y cómo lo hacen. La labor filosófica no tiene nada propio en que aplicarse. Por eso el pensar no se confunde tampoco con el obrar, si por ello entendemos la transformación de lo real material. El filósofo no transforma nada, excepto sus propios pensamientos. En una sociedad en la que todo el mundo cree intervenir en la realidad: políticos, científicos, periodistas, etc., incluso en una dimensión fundamental de la realidad, el filosofar no interviene en la realidad. El filosofar es contemplativo de la misma manera que la ciencia es neutral. Los filósofos se limitan a interpretar la realidad.
Filosofar es una actividad sin supuestos. La mirada religiosa mira el mundo porque en él cree ver a Dios o la manifestación de cualquier otro poder distinto del humano. La mirada científica está mucho más hipotecada todavía que la religiosa, porque añade, a lo supuestos necesarios acerca de un objeto, los referidos a sus instrumentos. Frente a estas miradas, se halla la del filósofo, que sólo dispone de un ojo: el de la razón y la facultad de ver: pensar.
El asombro es el origen de la Filosofía, la reacción más limpia de prejucios frente a algo radicalmente nuevo y desconocido. El filosofar toma esta reacción como punto de partida para proceder, porque pensar no sólo es registrar y el filósofo no se conforma con enterarse, desea entender. Y entender es rebajar el asombro sin que se altere nuestra capacidad de ver.
Hubo un tiempo en que la actividad filosófica y la científica fueron juntas de la mano, compartían el mismo propósito. Pero la ciencia fue devorada por sus propias respuestas, en el instante en que decide cauterizar el asombro se convierte en una máquina de fagocitar realidad. Sin embargo, a la filosofía no le importa que las cosas se le resistan, no le importa permanecer siempre en un asombro que se renueva perpetuamente. La filosofía quiere descubrir cuál es el mecanismo que rige la realidad, la llave que abre la inteligencia del mundo, pero no se desespera por no hallarla. Esto sólo demuestra que lo que da que pensar excede con mucho lo que somos capaces de pensar.
* Imagen: Le philosophe, de Andre Martins de Barros
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