¿Quién es el diablo?
Satán cayó por la fuerza de la gravedad. Chesterton.
Desde que me lo presentaron en clase de religión, siempre me ha fascinado el diablo, ese ángel caído con forma humana, alas de murciélago, garras, temibles fauces, ojos inyectados en fuego y larga cola flechada. Así lo representaba la primera ilustración que pude contemplar de “el Maligno”. Luego, el cura encargado de aterrorizarnos con historias infernales, castigos eternos y sufrimientos sin tregua lo describió como un ser malvado, el enemigo de Dios, el causante de todos los males del hombre.
En mi mente cartesiana nunca pude acoplar la idea de Dios porque no me parecía lógica, tampoco he podido encajar nunca la figura de Satanás por la misma razón. La combinación de ambas figuras enfrentadas es demasiado para mi cerebro, lo confieso. Veamos, si Dios es todopoderoso, ¿por qué no elimina al diablo? Si Dios es bondadoso, ¿por qué permite que el diablo nos tiente? Si Dios es eterno, ¿el diablo también lo es? En el caso de que la respuesta sea negativa, el diablo puede haber dejado de existir y ya no habría que temerle. Suponiendo que la respuesta sea: sí, el diablo también sería eterno, como Dios. El diablo acecha en todas partes, alerta la Iglesia, de tal afirmación deduzco que, al igual que Dios, posee el don de la ubicuidad. Dios reina en el Cielo y Satán lo hace en el Infierno. Dios encarna al Bien, el demonio al Mal. El diablo pretende corromper a las almas humanas, mientras que Dios intenta salvarlas, al parecer con poco éxito. Hay personas que creen en Dios y personas que practican el culto al diablo, los hay, incluso, que le ponen una vela a Dios y otra al diablo, por si acaso.
Nadie ha conseguido aportar pruebas fehacientes de la existencia de Dios, de igual manera, nadie ha demostrado que el diablo exista. ¿La religión se desmontaría de confirmarse que la figura del diablo es infundada?
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