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Primeros libros ilustrados

Primeros libros ilustrados

Los primeros incunables estaban ilustrados de manera muy similar a la de los manuscritos: con orlas e iniciales, pero su propósito era diferente, en los libros impresos las ilustraciones intentaban atraer a los compradores cuando eran un público sin demasiada formación, los lectores cultivados no precisaban imágenes para comprender el contenido del texto.

Los manuscritos medievales se decoraban con bellas iniciales, que constituían su principal atractivo, por eso en los primeros incunables se dejaba un espacio para que los rubricadores las dibujaran y les dieran color. Este procedimiento era laborioso y complejo, además de caro, debido a esto la ilustración siguió otro camino, abandonó el color y utilizó grabados de madera: en un trozo de madera, o excepcionalmente en metal blando como cobre o estaño, se tallaba el dibujo para que quedase en relieve y luego se imprimía sobre el papel.

Los primeros grabadores fueron alemanes y el estilo que aplicaron era anguloso, como la letra gótica. El pionero en este procedimiento fue Albrecht Pfister, que procuró abarcar con su obra un público más amplio que los lectores habituales: nobles y burgueses ricos. Una de las obras ilustradas más destacable es la sátira Das Narrenschiff, del humanista Sebastián Brandt con grabados atribuidos a Durero y publicada en Basilea en1494, cuya edición latina, Stultifera navis se editó tres años después, realizándose de ella quince ediciones incunables. En esta obra se describen los vicios y locuras de la época mediante un viaje a Narragonia, una posible alusión a las nuevas tierras descubiertas.

En los libros italianos, las ilustraciones tardaron más en abrirse camino, debido a que los humanistas las despreciaban por considerar el papel de la palabra mucho más importante que el de la imagen, que sólo distraía, impidiendo disfrutar del gozoso placer de la lectura. Una de las primeras obras ilustradas por italianos fue De re militari, de Roberto Valturio, publicada en Verona en 1472 y con más de cien grabados alusivos a temas militares. El grabado italiano abandonó enseguida la influencia alemana para acercarse a las nuevas corrientes renacentistas, dejando a un lado el expresionismo típico de los artistas alemanes.

La ilustración española no fue ni original ni destacada, pues siguió los modelos extranjeros, aunque cabe resaltar el trabajo realizado en el Missale Mixtum o Mozárabe, impreso en Toledo, en 1500, por Hagenbach.

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