Lazos familiares
La violencia y el crimen conviven en nuestra sociedad como elementos a los que nos hemos acostumbrado, pues nos resultan sumamente familiares.
La sociedad es violenta, lo vemos y lo comprobamos a diario, pero es en la familia donde se viven los episodios más crueles de violencia. Las cifras ilustran este panorama: en 1997, en España hubo más muertes causadas por la familia que por el terrorismo, y en Estados Unidos hubo más afectados por los malos tratos familiares que por el cáncer y los accidentes de tráfico juntos.
Las mujeres son intimidadas, violadas, golpeadas y asesinadas por sus maridos o parejas. Los niños son descuidados, abandonados, violados, maltratados y asesinados por sus padres y parientes. Los ancianos son humillados, vejados, apaleados y abandonados por sus hijos.
No he encontrado estadísticas ni cifras que reflejen si la violencia y el crimen se dan más dentro o fuera de la familia, de lo que sí hay estudios es de las diferentes consecuencias que producen los mismos delitos, ya sean de origen familiar o social. Porque no hay comparación posible entre que te viole por la calle un extraño o que te viole en casa tu propio padre. El vínculo emocional, el lazo de sangre, la situación de poder respecto a la víctima, la dependencia en cuanto al agresor elevan a la enésima potencia, no la intensidad del dolor, sino algo sumamente más grave: la cualidad del sufrimiento.
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