El apocalipsis que viene
El asesor de Defensa del Pentágono, Andrew Marshall, ha encargado un informe sobre el cambio climático, las conclusiones de los expertos ponen los pelos de punta.
Ciudades importantes de Europa quedarán sumergidas bajo las aguas del mar, hacia el año 2020 la Gran Bretaña tendrá un clima siberiano, violentas tempestades destruirán las barreras que protegen del mar a los Países Bajos volviendo inhabitables grandes zonas, los diques del río Sacramento en California se romperán, Europa y América vivirán durante un tercio del año con temperaturas superiores a los 40º, grandes sequías afectarán a las regiones más productivas del mundo, como el medio oeste de los Estados Unidos, las reservas de petróleo se agotarán debido al gasto extra provocado por el clima frío y se utilizará la energía nuclear como fuente calorífica, las aguas del mar aumentarán su nivel contaminando las aguas continentales, 400 millones de personas correrán el riesgo de morir en los trópicos...
El resumen es, más o menos, el siguiente: De aquí a 20 años, en el planeta nos mataremos por conseguir agua potable o comida, se producirán grandes migraciones en busca de alimentos y un clima benévolo y la principal preocupación de los gobiernos será defender las escasas reservas de alimentos, agua y energía que posean.
Se ignora en qué punto del proceso nos encontramos, podría comenzar mañana y hasta dentro de cinco años no lo sabríamos, ha dicho Doug Randall, de la Global Business Network de California, y pide al gobierno norteamericano que analice inmediatamente este informe porque ya no queda tiempo. Pero la administración Bush niega el cambio climático y centra sus prioridades en la defensa nacional, también silencia todas las voces de aquellos que le acusan de manipular la ciencia y niega los informes que no le agradan. El propio presidente norteamericano ha llegado a decir que el calentamiento global es un fraude, tal vez para tranquilizar a ese puñado de empresas petrolíferas y de electricidad que lo han sentado en la poltrona.
Esta vez, las armas no acabarán con el enemigo y no se dispone de ningún control sobre él. Todos hemos contribuido en el desastre que se avecina. Desde hace tiempo sabemos que la Tierra nos pasará factura, que tendremos que pagar un precio por la deforestación, las diversas contaminaciones medioambientales, el exterminio de especies animales que ha perturbado los ecosistemas y nuestra poca cabeza al sacrificarlo todo en aras de un mal entendido progreso que nos ha puesto al borde del precipicio.
Ciudades importantes de Europa quedarán sumergidas bajo las aguas del mar, hacia el año 2020 la Gran Bretaña tendrá un clima siberiano, violentas tempestades destruirán las barreras que protegen del mar a los Países Bajos volviendo inhabitables grandes zonas, los diques del río Sacramento en California se romperán, Europa y América vivirán durante un tercio del año con temperaturas superiores a los 40º, grandes sequías afectarán a las regiones más productivas del mundo, como el medio oeste de los Estados Unidos, las reservas de petróleo se agotarán debido al gasto extra provocado por el clima frío y se utilizará la energía nuclear como fuente calorífica, las aguas del mar aumentarán su nivel contaminando las aguas continentales, 400 millones de personas correrán el riesgo de morir en los trópicos...
El resumen es, más o menos, el siguiente: De aquí a 20 años, en el planeta nos mataremos por conseguir agua potable o comida, se producirán grandes migraciones en busca de alimentos y un clima benévolo y la principal preocupación de los gobiernos será defender las escasas reservas de alimentos, agua y energía que posean.
Se ignora en qué punto del proceso nos encontramos, podría comenzar mañana y hasta dentro de cinco años no lo sabríamos, ha dicho Doug Randall, de la Global Business Network de California, y pide al gobierno norteamericano que analice inmediatamente este informe porque ya no queda tiempo. Pero la administración Bush niega el cambio climático y centra sus prioridades en la defensa nacional, también silencia todas las voces de aquellos que le acusan de manipular la ciencia y niega los informes que no le agradan. El propio presidente norteamericano ha llegado a decir que el calentamiento global es un fraude, tal vez para tranquilizar a ese puñado de empresas petrolíferas y de electricidad que lo han sentado en la poltrona.
Esta vez, las armas no acabarán con el enemigo y no se dispone de ningún control sobre él. Todos hemos contribuido en el desastre que se avecina. Desde hace tiempo sabemos que la Tierra nos pasará factura, que tendremos que pagar un precio por la deforestación, las diversas contaminaciones medioambientales, el exterminio de especies animales que ha perturbado los ecosistemas y nuestra poca cabeza al sacrificarlo todo en aras de un mal entendido progreso que nos ha puesto al borde del precipicio.
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