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Cierzo

23-A

23-A Abril es un mes cruel para la literatura, mientras hace brotar lilas de la tierra muerta estimulada por lluvias primaverales, el mundo celebra a Cervantes y a Shakespeare, dos autores que lo dijeron casi todo en sus escritos.

Abril es también en este país el momento del año en el que se vuelve a hablar de libros y de lo que les rodea: los premios principales se han concedido, la literatura-espectáculo vuelve a estar en los medios, se publican encuestas sobre hábitos de lectura, las editoriales programan sus novedades...

Luego está el asunto de las firmas, el fenómeno más irracional de los relacionados con la promoción de un libro. Un autor se sienta en una mesa mientras se forma una larga cola de gente que espera pacientemente a que le firme un libro. Dan un valor a esta firma, por más que vean que este valor es el mismo que el de cualquier otro producto fabricado en serie, pues saben que el escritor firma cientos de ejemplares en un año. Finalmente llegan frente al autor, le tienden un libro que no necesariamente han comprado, a veces lleva el sello de la biblioteca, y dicen: Por favor, ponga "Para Luis", "Para Julia", "Para Pili"; por favor, escriba "Feliz cumpleaños, Tomás"... Y el escritor, que ha empezado con la impetuosa ansiedad de defender el honor de la literatura, y que tal vez se haya negado antes a escribir dedicatorias anodinas porque no conoce de nada a Luis, ni a Julia, ni a los otros, se desmorona antes la demanda y no hace nada por poner el punto final a esta desgraciada situación.

No sigo porque el estado actual de la literatura me encoge el corazón y me lleva al pesimismo.

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