A vueltas con las tropas
Estos días se habla mucho de las tropas españolas. Primero fue el debate sobre si se van o se quedan en Iraq defendiendo la paz a tiro limpio. Una vez tomada la determinación de que regresen cuanto antes, surge otra controversia: huimos como cobardes o es que confiamos en que los iraquíes se las sepan apañar solos... Para colmo, el correveidile Aznar llama a su amiguísimo Bush para lamentar la decisión de Zapatero. Desde Yanquilandia nos dicen que nos vayamos cuando queramos, que no somos imprescindibles. Nunca llueve a gusto de todos, ya se sabe.
El caso es que tratando este tema, me vienen a la cabeza unos datos que leí hace tiempo, cuando se preparaba un ejército profesional y la mili desaparecía del horizonte patrio. La proporción de aspirantes por plaza a ingresar en las Fuerzas Armadas españolas es de 1,2, o lo que es lo mismo, los españoles pasan mucho de alistarse y el Ministerio de Defensa no cubre vacantes para manejar tanques, limpiar letrinas y traerle el periódico al coronel, por eso ya no se exige a los aspirantes que tengan estudios primarios y se aprueba a candidatos con una nota de 0,5 sobre 10. Esto se traduce en que de cada 1.000 soldados, 300 han ingresado en el Ejército con una calificación inferior a 5. Estas personas manejan armas y tienen la responsabilidad de defendernos en caso de guerra. No digo yo que se les exija tener carrera universitaria y un master en Harvard para apretar el gatillo de un rifle, pero eso de bajar el listón hasta el suelo, tampoco lo encuentro de recibo. Aunque tal vez sea precisamente esto lo que busca el Ministerio, individuos oligofrénicos que sepan atarse las botas y digan: a sus órdenes, mi sargento con marcialidad y coraje.
No hay manera de infundir a los jóvenes el amor a la patria y nuestras Fuerzas Armadas han abierto la puerta a los inmigrantes que deseen alistarse, de otra manera habría que cerrar el garito por falta de personal. Yo apruebo que coman gracias a la milicia, que se integren y sean más patriotas que nadie. También el ejército yanqui está lleno de negros e hispanos que buscan salir de la marginación y la miseria, incluso las legiones romanas enrolaban a bárbaros de las tribus a las que combatían. Lo malo es que sean carne de cañón al mando de jefes y oficiales blancos y listos, que organizan el cotarro en un despacho de la retaguardia y sin mancharse el uniforme de sangre. En esto y en otras muchas cosas, la vida sigue igual.
A lo que iba. Que ojalá nuestro ejército, pluricultural y con un cociente intelectual más bien cortito, vuelva pronto y se quede en casa durante mucho tiempo por falta de guerras a las que acudir.
El caso es que tratando este tema, me vienen a la cabeza unos datos que leí hace tiempo, cuando se preparaba un ejército profesional y la mili desaparecía del horizonte patrio. La proporción de aspirantes por plaza a ingresar en las Fuerzas Armadas españolas es de 1,2, o lo que es lo mismo, los españoles pasan mucho de alistarse y el Ministerio de Defensa no cubre vacantes para manejar tanques, limpiar letrinas y traerle el periódico al coronel, por eso ya no se exige a los aspirantes que tengan estudios primarios y se aprueba a candidatos con una nota de 0,5 sobre 10. Esto se traduce en que de cada 1.000 soldados, 300 han ingresado en el Ejército con una calificación inferior a 5. Estas personas manejan armas y tienen la responsabilidad de defendernos en caso de guerra. No digo yo que se les exija tener carrera universitaria y un master en Harvard para apretar el gatillo de un rifle, pero eso de bajar el listón hasta el suelo, tampoco lo encuentro de recibo. Aunque tal vez sea precisamente esto lo que busca el Ministerio, individuos oligofrénicos que sepan atarse las botas y digan: a sus órdenes, mi sargento con marcialidad y coraje.
No hay manera de infundir a los jóvenes el amor a la patria y nuestras Fuerzas Armadas han abierto la puerta a los inmigrantes que deseen alistarse, de otra manera habría que cerrar el garito por falta de personal. Yo apruebo que coman gracias a la milicia, que se integren y sean más patriotas que nadie. También el ejército yanqui está lleno de negros e hispanos que buscan salir de la marginación y la miseria, incluso las legiones romanas enrolaban a bárbaros de las tribus a las que combatían. Lo malo es que sean carne de cañón al mando de jefes y oficiales blancos y listos, que organizan el cotarro en un despacho de la retaguardia y sin mancharse el uniforme de sangre. En esto y en otras muchas cosas, la vida sigue igual.
A lo que iba. Que ojalá nuestro ejército, pluricultural y con un cociente intelectual más bien cortito, vuelva pronto y se quede en casa durante mucho tiempo por falta de guerras a las que acudir.
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