Golpe contra sí mismo
El PP ha cometido un golpe de Estado al tomar y usar instrumentos del Estado con intereses partidistas y este golpe se ha vuelto en su contra. Entre el 12 y el 14 de marzo, el PP abusó una vez más de su posición de poder para atentar contra el derecho de los ciudadanos a conocer la verdad sobre el atentado de Madrid el 11-M. El golpe de estado informativo chocó contra la voluntad del pueblo, deseoso de conocer a los autores del atentado antes de pasar por las urnas.
Con el miedo en el cuerpo ante la posibilidad de perder las elecciones si se confirmaba de manera oficial que Al Qaueda había cumplido sus amenzas, los dirigentes del PP secuestraron la programación televisiva de TV1 para hacer campaña a su favor en un día de reflexión política antes de las votaciones.
La noche del 13 al 14 de marzo estaba previsto que se emitiera el programa Noche de Fiesta entre las 23 y las 2 horas, sin previo aviso, los espectadores vieron cómo se cortaba la programación y se ofrecía un documental sobre las víctimas del terrorismo de ETA, un panfleto de buenos y malos que ofendía la sensibilidad en una fecha tan particular.
Atemorizado por el ruido de las cacerolas que sonaban en la calle acusando a Aznar de haber traído a España el terrorismo islámico con su política de segundones de los yanquis, pensando que los españoles somos imbéciles, con nocturnidad y alevosía, el Gobierno insistía desde la televisión publica en valorar el terrorismo ETARRA, que posiblemente no era el culpable en esta ocasión, pero cabía seguir suponiendo que podría serlo.
Ésta ha sido la gota que ha colmado la paciencia española. La suerte del PP estaba echada, no porque no se deba hablar de las víctimas del terrorismo, sino por hacerlo como respuesta a las manifestaciones espontáneas de los ciudadanos hartos de que les tomen el pelo. Ellos mismos firmaron su sentencia: la derrota electoral que le da la victoria al partido socialista.
Con el miedo en el cuerpo ante la posibilidad de perder las elecciones si se confirmaba de manera oficial que Al Qaueda había cumplido sus amenzas, los dirigentes del PP secuestraron la programación televisiva de TV1 para hacer campaña a su favor en un día de reflexión política antes de las votaciones.
La noche del 13 al 14 de marzo estaba previsto que se emitiera el programa Noche de Fiesta entre las 23 y las 2 horas, sin previo aviso, los espectadores vieron cómo se cortaba la programación y se ofrecía un documental sobre las víctimas del terrorismo de ETA, un panfleto de buenos y malos que ofendía la sensibilidad en una fecha tan particular.
Atemorizado por el ruido de las cacerolas que sonaban en la calle acusando a Aznar de haber traído a España el terrorismo islámico con su política de segundones de los yanquis, pensando que los españoles somos imbéciles, con nocturnidad y alevosía, el Gobierno insistía desde la televisión publica en valorar el terrorismo ETARRA, que posiblemente no era el culpable en esta ocasión, pero cabía seguir suponiendo que podría serlo.
Ésta ha sido la gota que ha colmado la paciencia española. La suerte del PP estaba echada, no porque no se deba hablar de las víctimas del terrorismo, sino por hacerlo como respuesta a las manifestaciones espontáneas de los ciudadanos hartos de que les tomen el pelo. Ellos mismos firmaron su sentencia: la derrota electoral que le da la victoria al partido socialista.
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