La sociedad del conocimiento
Desde mi punto de vista, formamos parte de una sociedad poco culta (cultivada), aunque muy autocomplaciente, que tiene a su disposición un océano de información deteriorada. La información sirve, de hecho, para navegar, pero no para orientarse. Pese a que sus aguas encauzadas no son muy profundas, se corre el peligro de ahogarse entre esas corrientes que colectan toda clase de vertidos, que discurren a merced de los mercados, que la arrastran a un bienestar miope: progresar a toda costa sin evolucionar.
Se nos dice que tenemos a nuestra disposición numerosos sistemas de información y eso está bien, está muy bien. Pero es como tener libros, lo importante es que se lean y que se mediten y que no seamos exclusivamente espectadores del mundo de la información, espectadores que ya no tenemos tiempo para pensar, y por tanto no tenemos para existir, y por tanto no tenemos para sentir, y por tanto actuamos al dictado, no somos libres.
José Saramago ha dicho algo que me parece muy importante: corremos el peligro de tener tecnología 100, pensamiento 0. Yo espero que no tenga razón. No estamos todavía en la sociedad del conocimiento, no tanto porque información y conocimiento sean incompatibles, sino porque el conocimiento ha sido enterrado por una estrato de esa información cuyos residuos aumentan. Si estuviéramos en la sociedad del conocimiento, la información importaría menos, y la persona y su razón importarían mucho más.
Se nos dice que tenemos a nuestra disposición numerosos sistemas de información y eso está bien, está muy bien. Pero es como tener libros, lo importante es que se lean y que se mediten y que no seamos exclusivamente espectadores del mundo de la información, espectadores que ya no tenemos tiempo para pensar, y por tanto no tenemos para existir, y por tanto no tenemos para sentir, y por tanto actuamos al dictado, no somos libres.
José Saramago ha dicho algo que me parece muy importante: corremos el peligro de tener tecnología 100, pensamiento 0. Yo espero que no tenga razón. No estamos todavía en la sociedad del conocimiento, no tanto porque información y conocimiento sean incompatibles, sino porque el conocimiento ha sido enterrado por una estrato de esa información cuyos residuos aumentan. Si estuviéramos en la sociedad del conocimiento, la información importaría menos, y la persona y su razón importarían mucho más.
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