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Cierzo

Dear Oscar-2

Dear Oscar-2 Dear Oscar:

Tú, que estabas tan descontento con la herejía protestante que se practicaba en Inglaterra como para soñar con un santo sacramento que consiguiese paz y tranquilidad a tu alma e incluso viajaste a Roma para visitar a Pío IX aunque acabases postrado sobre la tumba donde reposaba tu amado Keats, comprenderás que la humanidad, un siglo después, continúe tan desorientada como antes en materia religiosa.

Tan ilegítimo es, gnoseológicamente hablando, intentar “demostrar” la existencia de Dios por la ciencia, como “demostrar” su inexistencia. Porque tanto el teísmo como el ateísmo son posturas totalmente ajenas a la ciencia.

Ser teísta, ateo o agnóstico representa siempre una libre decisión interna, y estas decisiones son forzosamente irresponsables. Por qué, qué puede argumentarse cuando alguien nos pregunta: ¿Por qué cree en Dios? ¿Por qué no cree en Dios? ¿Por qué duda de la existencia de Dios?

Actualmente son muchos los que no creen en dioses, y ya lo dijo Chesterton: “Cuando dejamos de creer en Dios, podemos creer en todo”. Así pues, hoy prolifera la superstición. Los brujos y adivinos detentan el poder de “conocer” el futuro, y las ciencias esotéricas dan respuestas simples a las complicadas preguntas de la vida.

¿Encontraré alguna vez a mi Príncipe Azul? Cuando se produzca una alineación de Júpiter y Marte en la casa de Plutón, te revela el visionario de marras, y uno sólo ha de sentarse a esperar a que los astros se pongan de su parte para triunfar en el amor.

Triste sino el de quien considera que debe “esperar” algo, en lugar de “hacer” algo. ¿No opinas igual, dear? Quizás por eso yo, que sólo tengo fe en mí misma, me sonrío ante aquellas personas que pagan por una sesión de tarot para saber qué día encontrarán un ansiado puesto de trabajo, ante los que se limitan a orar confiando en que Dios hará el resto, ante esa compañía aérea en la que los asientos de sus aviones pasan del 12 al 14, ante el comunista acérrimo que comulga a escondidas, ante...

Por cierto, dear, tú que has pasado a mejor vida, ¿es cierto que la otra vida es mejor?

Te saluda con rendida admiración.

María

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