El peso de lo cotidiano
La filósofa Brigitte Wesisshaupt se ha ocupado del “peso de lo cotidiano” en las mujeres, algo que ella interpreta como un síntoma de subordinación al varón. La mujer estaría sometida a la repetición diaria de un quehacer idéntico sin “afección, pasión emoción”. Wesisshaupt añade que la mitad de la humanidad se ha liberado de las fatigas del trabajo cotidiano, y las ha transferido a la otra mitad, que, por la heterodesignación de su subjetividad, las considera su destino. Esto significa que el destino de la mujer es la reproducción y la repetición de tareas diarias sin la obtención de productos efectivos que perduren.
El Estado se beneficia de las condiciones políticas del amor sexual, pues los trabajos de cuidados que realizan las mujeres son un suplemento de la actividad laboral corriente. Pero estos mandatos decimonónicos no han desaparecido en la actual. Los sistemas de salud y el amparo de los ancianos se benefician del hecho de que estas tareas de cuidado se desarrollan en el ámbito privado y están a cargo de las mujeres. En España, según el informe del Defensor del Pueblo, un 83% de personas que cuidan a los ancianos y enfermos dependientes son mujeres. A día de hoy se asocian, tanto para los trabajos profesionales como para los no remunerados, cualidades relativas a la ética de cuidado con el desempeño de estas actividades por parte de las mujeres. Unas actividades de cuidado que están poco valoradas y que se consideran “asuntos de mujeres”.
Las relaciones de poder se basan implícitamente en que una mitad de la humidad cuide de la otra mitad a costa de perder su autonomía y renunciar a ser.
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