Estado de flow
Estás leyendo una novela apasionante y para cuando te das cuenta han pasado tres horas. Tu mente no divagaba, te hallabas tan concentrado en esa actividad que no te percatabas de lo que acontecía a tu alrededor, ni del paso del tiempo. Si alguna vez te ha ocurrido esto o algo similar es porque has experimentado el estado de flow, otros lo llaman estado de elevada consciencia o experiencia óptima.
Muchos de nosotros hemos vivido experiencias parecidas. Estar completamente absorbido por una actividad, tan absorto en algo que el mundo exterior desaparece y ni te das cuenta de que el tiempo pasa. Los psicólogos denominan a estas vivencias estados de flow o estados de fluir y han sido descubiertos y estudiados por el psicólogo Mihaly Csikszentmihalyi, que los describe en su libro Flow: The psichology of hapinness.
El estado de flow se da en situaciones muy concretas, cuando nos encontramos ante un reto que pone a prueba nuestras habilidades y estas son lo suficientemente elevadas como para superarlo. Muchas son las actividades que nos pueden llevar a este estado: bailar, realizar un deporte, estudiar, leer, pintar, participar en un animado debate, trabajar incluso. De hecho, muchas de las actividades cotidianas pueden conducir a un estado de flow, siempre y cuando se trate de algo de una complejidad que active la condición: reto elevado-habilidades altas.
Hay que tener en cuenta que no todas las personas somos iguales y por tanto el tipo de actividad que nos provoque una experiencia de fluir puede variar de forma considerable.
Tampoco todas las actividades que nos absorben o nos enganchan son capaces de llevarnos a un estado de flow. Ver la televisión puede hacer que nos olvidemos del mundo, pero requiere pocas habilidades y es un reto muy accesible, por lo que con frecuencia genera apatía. En el trabajo es posible que se nos presenten situaciones en las que el reto sea alto y las habilidades precisas para superarlo, elevadas; sin embargo, la mayoría de personas preferiría no tener que trabajar. Ni todas las experiencias óptimas son siempre buenas. Una timba de póquer pone al límite nuestras habilidades, pero jugarnos el dinero puede ser negativo. Jugar con la Play puede crear adicción y hacer que la vida sin ella nos parezca vacía y sin sentido, nos ha generado una necesidad. Alguien que trabaja doce horas diarias absorto y experimentando el estado de flow se olvida de comer, de su familia, de volver a casa. Obviamente, los estados de flow no son buenos en un sentido absoluto. Resultan buenos cuando enriquecen nuestra vida.
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