Educación competitiva
Todos los indicadores de competitividad e innovación sitúan a España en la cola de Europa y, por ende, así se nos valora. Analicemos una noticia que recogieron los medios en portada, aunque no en grandes titulares, como merecía. La noticia era que la Comunidad Económica Europea ha decidido que no se podrán presentar en español propuestas de patentes técnicas en el ámbito europeo, de manera que Europa solo admite el inglés, el alemán y el francés como idiomas tecnológicos de orden superior. Esta decisión no ha provocado una reacción mediática destacable y merece la pena remarcarla porque atañe a asuntos trascendentales como nuestra educación, nuestra ciencia, nuestra tecnología y nuestro idioma, por lo que deberíamos tomar el asunto con la debida atención ante la necesidad de un cambio en el modelo educativo que tenemos.
Desde la RAE nos alertan: Los estudiantes españoles escriben cada vez peor. Si tenemos en cuenta que el lenguaje científico está dentro del lenguaje, tanto porque la lingüística es una ciencia como porque la ciencia se describe y se transmite mediante el lenguaje, llegamos a la conclusión de que los alumnos españoles carecen de método científico para tener ideas y de lenguaje para saber expresarlas.
Educación, lenguaje, conocimiento, ciencia y tecnología forman un conglomerado inseparable. Sin embargo, los tratamos por separado y sin coordinación. Tenemos un Ministerio de Educación, otro de Ciencia e Innovación y otro de Cultura. Como si la cultura fuera algo al margen de la educación y de la ciencia. Además de una correcta coordinación, también se precisa atención financiera y recursos humanos adecuados para intentar subsanar este déficit, algo que nunca se ha hecho. Una tras otra, las sucesivas leyes educativas que hemos padecido desde que estamos en democracia han perjudicado a la educación, que hay que planificar a largo plazo. Antes de cambiar una ley, deberían analizarse los efectos y resultados de la anterior y obrar en consecuencia mirando al futuro. También han faltado pactos de estado en educación que garantizasen la coordinación, y la transferencia de competencias a las Comunidades Autónomas todavía ha empeorado más la situación.
Andalucía es una de las autonomías que gasta menos por alumno y tiene un rendimiento escolar pésimo en todos los informes estadísticos. El modelo catalán de informatización escolar, según el cual cada alumno debe recibir un ordenador portátil, se ha topado de bruces con la cruda crisis: las finanzas catalanas no dan para tales alharacas, de manera que el proyecto, iniciado hace más de dos años, queda parado. Son solo unos ejemplos, las demás Comunidades tampoco lo han hecho mucho mejor.
Otro asunto que hay que tratar es el que, a mi juicio, supone un gravísimo error. En España se ha hecho una división entre ciencias y humanidades, no se ha propuesto una visión integral que abarque los saberes científicos y humanistas. Este planteamiento ignorante consigue que las humanidades, la ciencia y la tecnología vayan por caminos separados. El ideal sería organizar el saber, que es uno, y enseñarlo con provecho, desde la guardería hasta la universidad. Pero pese a la magnitud del problema educativo, no se percibe como tal por nuestra sociedad y en las encuestas periódicas sobre las cuestiones que nos preocupan, no aparece nunca. Los gobiernos atienden a estas encuestas y si una determinada situación no nos parece que sea un problema, obviamente, no le buscamos solución.
Percibimos necesidades más perentorias que la educación, como el paro y se nos olvida que el paro de hoy es consecuencia de la educación recibida, además de otras causas coyunturales. Si no hacemos algo pronto para remediar tanta desidia, España siempre será un desastre en materia educativa.
*Noticia New Patent: La CE propone un régimen lingüístico sin el español para la patente europea.
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