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Coca Cola sabe mejor

Coca Cola sabe mejor

Es el 8 de mayo de 1886 y en el estado norteamericano de Georgia, en Atlanta, se vende la primera dosis de Coca-Cola. El farmacéutico John Pemberton intentaba elaborar la bebida perfecta. Pero el brebaje que resulta de mezclar nuez cola con cocaína y una pizca de cafeína sabe a medicamento, así que lo comercializa como tal. El público cree que, efectivamente, el agua carbonatada es medicinal y toma Coca-Cola para combatir las jaquecas y curar sus afecciones nerviosas. La bebida goza enseguida de un elevado número de consumidores que se han hecho adictos a la cafeína y a la cocaína, que más tarde desaparece de la fórmula.

Tres semanas después de salir a la venta, Coca-Cola se publicita en la sección de anuncios por palabras del Atlanta Journal Constitution, los primeros anuncios pretendían atraer a los consumidores con lemas como: "Coca-Cola... ¡deliciosa!, ¡refrescante!, ¡estimulante!, ¡vigorizante!" En 1891, los propietarios de la empresa que fabricaba la bebida: Asa Candler, John Candler y Frank Robinson, invirtieron en publicidad la importante suma de 11.000 dólares anuales. Tres años más tarde, la compañía aplica el merchandising y promociona la marca en calendarios, murales, bandejas y relojes.

En 1927 Coca-Cola empezó a utilizar la radio comercial con fines publicitarios cuando este medio tenía apenas cinco años de existencia. La compañía se convirtió también en una de las primeras en patrocinar programas de radio. La palabra "pausa" relacionada con Coca-Cola dio lugar en 1929 a uno de los eslóganes más célebres y duraderos: "La pausa que refresca", que ese año se vio en el primer anuncio luminoso urbano de Coca-Cola.

Coca-Cola se despachaba a través de fuentes a presión y, aunque se llegó a un acuerdo para embotellar la bebida en Estados Unidos, no fue hasta sus casi 30 años de vida, en 1915, cuando el refresco adoptó un envase único de cristal: la famosa botella contour (botella contorno), diseñada por Alexander Samuelson. La primera incursión de Coca-Cola en Europa fue en 1921, y no pudo empezar con peor pie, el refresco provocaba intoxicaciones. Nadie advirtió a los embotelladores que los tapones de corcho debían esterilizarse antes de ser usados y que el agua tenía que ser pura y no alcalina, ya que las bacterias del jarabe reaccionaban generando toxicidad.

Pero el acontecimiento que marcó el despegue internacional de la bebida fue la Segunda Guerra Mundial. Con la entrada de Estados Unidos en el conflicto, la compañía se propuso que todos los soldados norteamericanos tuvieran acceso a una Coca-Cola, dondequiera que estuviesen y sin importar el costo que pudiera representar, así nació la lata, fácilmente transportable. Cabe destacar que, durante la guerra, Coca-Cola boicoteó a su enemigo y dejó de suministrar su concentrado a Alemania. El embotellador germano tuvo que desarrollar un nuevo producto para utilizar la maquinaria parada y de esta manera nació la Fanta.

A lo largo de su historia, Coca-Cola ha sido un referente publicitario: dicen que imaginamos a Santa Claus con traje rojo y barba blanca porque así lo representó el ilustrador Haddon Sundblom en el anuncio navideño de Coca-Cola de 1931, y la ya histórica botella contorno figura por méritos propios en el MOMA como ejemplo de diseño. De las nueve dosis de media al día que se vendían hace 121 años, a las más de mil millones diarias que se consumen hoy en los 232 países entre los que se distribuye, Cola-Cola ha calado en el público como la bebida que apaga la sed, contiene la chispa de la vida, consigue que todo vaya mejor y es la sensación de vivir.

 

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