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Cierzo

De la oscuridad a las tinieblas

La caída del Imperio Romano de Occidente supuso el fin de una era y la humanidad entró en un túnel negro llamado Edad Media del que costó mucho salir. Las aportaciones intelectuales de Roma, cuna de la civilización occidental, se encerraron bajo siete llaves en las bibliotecas monacales y la cultura quedó reservada para unos pocos, que preservaban la pérdida total del conocimiento.

Hasta el siglo XIII, la población europea fue analfabeta en su mayoría y sólo unos pocos privilegiados aprendían a escribir su nombre y poco más. Saber leer convertía a un individuo en erudito y aquellos que, además, adquirían conocimientos de aritmética, historia, astronomía... eran el súmmum. La lectura, en aquellos tiempos de oscuridad, se realizaba en voz alta para rezar o dirigir oraciones. Los textos estaban escritos en latín, lengua desconocida por los pocos que sabían leer, así que el lector reproducía sonidos sin entender su significado. Tampoco quienes escribían dominaban las letras y se limitaban a reproducir los signos góticos sin comprender qué decían.

La humanidad ha avanzado mucho desde entonces. En España, por ejemplo, la tasa de alfabetización es casi del 100%. Todos los chavales reciben una formación académica hasta los 16 años y la cultura y la información son accesibles para la mayoría, pero aun así una buena parte de la población es analfabeta funcional. ¿Cuántos españoles leen un libro al año? ¿Cuántos no han leído un libro en su vida? ¿Cuántos de los que leen entienden o aprenden algo del texto? ¿Cuántos españoles escriben sin faltas de ortografía? ¿Cuántos podrían enfrentarse a la redacción ordenada y comprensible de una solicitud, un pliego de descargos, una queja, el acta de una reunión de vecinos...?

En el siglo de la información, de Internet, de la tecnología... aún seguimos viviendo en las tinieblas de la incultura.

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