Ser rebaño
Las personas somos animales sociales y, como tales, buscamos que la manada nos acepte. Este instinto que nos lleva a formar parte de un grupo se da también en las relaciones laborales, está demostrado que solemos imitar las conductas de los demás. El primer día de trabajo, uno intenta conocer de qué pie cojean sus compañeros, averiguar las manías del jefe, aprender cómo funciona la empresa, ajustarse al ritmo de trabajo. Resumiendo, trata de ser uno más.
Con el consumo ocurre algo similar. La gente se deja guiar por las opiniones de otros. Compra determinados libros porque aparecen como los más vendidos en las listas de best-sellers, escucha a determinados cantantes porque son los más mencionados en las listas de los top ten o prueban un producto específico porque lo usan todos sus amigos. Solemos dejarnos llevar.
Numerosos estudios demuestran que, por instinto, para todas nuestras decisiones observamos el comportamiento ajeno. Impulsivamente creemos que los otros saben más de lo que imaginamos sobre nosotros mismos. Por eso, lo más común es que cuando llegamos a un grupo nuevo imitemos los comportamientos de nuestros compañeros para evitar conflictos. Es lo que los psicólogos llaman presión de grupo.
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