La situación es muy delicada
Casi se ha convertido en una profesión. ¿Cuánto hace ya? Lo piensa y no recuerda qué día, qué año, qué siglo, decidió preparar unas oposiciones. ¿Eran de auxiliar administrativo para el Ayuntamiento o de secretario de justicia para la Generalitat? El caso es que desde entonces no hace otra cosa que releer la Constitución española, preparar test psicotécnicos, suspender prueba tras prueba. Pero ahora es diferente. Se sabe el temario de memoria, incluidas las últimas actualizaciones del Código Penal. Esta vez sí. Aprobará. Obtendrá esa maldita plaza de funcionario por la que tanto lucha. Tendrá un sueldo fijo, una estabilidad económica, saldrá al fin de casa de sus padres, que después de treinta y seis años, ya toca. Es ahora o nunca.
Conecta el televisor justo a tiempo. El presidente Mas anuncia que se acaban las convocatorias, se congelan las oposiciones y los trabajadores interinos se irán al paro, que la situación es muy delicada y que los ciudadanos tendrán que hacer esfuerzos. Bla, bla, bla. Decididamente, hoy no es su día.
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