Miguel Servet
Miguel Servet es el nombre con que se conoce al humanista, médico y teólogo aragonés Miguel Serveto Conesa, nacido en Villanueva de Sijena (Huesca) en 1511. Su familia era de ascendencia noble, según él mismo declaró durante el proceso de Ginebra, y aunque se sabe poco de su infancia podemos deducir, por su preparación intelectual, que recibió instrucción en teología, filosofía, medicina y astrología y que dominaba el latín, el griego y el hebreo.
La mayoría de biógrafos afirman que a los trece años Miguel se trasladó a Zaragoza para ampliar conocimientos y que también cursó estudios en la universidad de Barcelona, aquí conoció a Joan Quintana, un franciscano de origen mallorquín, doctor por la universidad de París y cuya imagen de humanista sedujo a Servet. En 1528, su padre le envía a Tolosa de Llenguadoc, célebre en su tiempo por una reputada facultad de Derecho y por la piedad de sus habitantes, convencido de que su hijo conseguiría el doctorado en leyes.
Como secretario de Quintana, que había ascendido al influyente cargo de confesor de Carlos V, Miguel Servet viaja a Italia, donde se impregna del clima humanístico que se respira allí y mantiene fructíferas relaciones intelectuales con eruditos y personalidades del Renacimiento durante su estancia, que coincide con el tiempo que duró el trámite de coronación de Carlos V en Bolonia, primero como rey de Lombardía y al día siguiente como emperador. Sobre los ostentosos fastos de la coronación, Servet escribió. "He visto, con mis propios ojos, llevar al Papa sobre las espaldas de los príncipes, con toda la pompa, haciéndose adorar a lo largo de las calles por el pueblo arrodillado. Todos los que habían conseguido besar sus pies o sus sandalias se consideraban más afortunados que los otros y proclamaban que habían obtenido numerosas indulgencias, gracias a las cuales se les reducirían años de sufrimientos infernales. ¡Oh, la más vil de las bestias!"
Concluidos los actos de coronación en Italia, Carlos V pasa por Suiza camino de Alemania y Servet le acompaña formando parte de la comitiva. En esta época su cultura, su inteligencia y su personalidad, junto con sus abundantes conocimientos teológicos, hacen surgir en su mente una reforma sui generis, que discrepa tanto de católicos como de protestantes: la base doctrinal tendría que fundamentarse en una interpretación directa de la Biblia, arraigada en sus textos primitivos. El 25 de octubre de 1530, Miguel Servet se hospeda en casa de Johannes Oecolampadius, reformador alemán activo en Basilea, con él inicia una serie de polémicas discusiones sobre las bases que constituyen su doctrina. Enseguida, los teólogos suizos manifestaron sus temores ante la presencia de Servet y la expansión de sus ideas por la ciudad. "Negáis que haya una sola persona en dos naturalezas. Si negáis que el Hijo es eterno, negáis también que el Padre sea necesariamente eterno", había manifestado el aragonés. Estas teorías sobre la Trinidad fueron calificadas como terribles blasfemias por el reformador de Zurich, Huldrych Zwingli, que amenazó con denunciarlo.
Ya en Estrasburgo, Servet madura la idea de publicar su primera obra: De Trinitatis erroribus Libri septem, per Michaelem Servato alias Reves ab Aragonia Hispanum, Anno MDXXXI. En aquel momento su seguridad personal todavía no se halla en peligro, pero es consciente de los riesgos que corre propagando su criterio sobre un asunto tan controvertido como el misterio de la Santísima Trinidad, que había provocado grandes debates en la Iglesia durante tres siglos. El libro sobre la Trinidad se difundió por toda Europa, incluso llegó a manos del arzobispo de Zaragoza y del mismo Erasmo, que no lo juzgó con benevolencia precisamente. A partir de aquí, el ambiente se fue enrareciendo. Un comité de teólogos condenó el libro y ordenó que fuera quemado en España junto con la efigie del autor. La obra se prohibió y Servet empezó a temer por su vida. Perseguido en Suiza y Alemania, Miguel Servet huye a París, donde conoce a Calvino, la relación entre ambos se inició con tirantez debido a las discrepancias en sus puntos de vista doctrinales.
También la Inquisición francesa requirió a Servet por haberse apartado de la ortodoxia y en un decreto, datado el 17 de junio de 1532, en el que se solicita la captura de cuarenta fugitivos, el nombre de Miguel Servet encabeza la lista, dato que hace sospechar que se le atribuye un lugar prominente en las actividades de los perseguidos y mayor responsabilidad que a los demás. De París va a Lyon, importantísimo centro cultural de la época, donde conoce a destacados humanistas, y unos años más tarde regresa de nuevo a París. El derecho había cedido el paso a la teología, su vocación, y la medicina era su profesión. Se matriculó en la facultad de París el 25 de marzo de 1537 y escribió Razón universal de los jarabes, un extenso texto de medicina, también se dedicó al estudio de cadáveres mediante la práctica de la disección e impartió clases de matemáticas, astrología, astronomía y geografía, llegando a pronosticar la aparición de guerras y pestes y determinando un eclipse de Marte por la Luna, que ocurrió realmente en día 13 de febrero de 1538. Como la astrología judiciaria estaba castigada con pena de muerte en la hoguera, las autoridades académicas intervinieron para impedir que continuara con sus clases, a lo que Servet replicó escribiendo un folleto titulado Apología en defensa de la astrología. Luego se trasladó secretamente a Charlieu y abrió allí una consulta para ejercer de médico pasando inadvertido, algo que consiguió durante tres años. Volvió a Lyon en 1540 y publicó Declaraciones de Jesucristo, hijo de Dios con el seudónimo de Villanovanus, asimismo publica De Santis Pagnini, ex postremis doctorum y Cum glossis, una traducción al castellano de la Summa theologica de santo Tomás y algunos tratados de gramática, traducidos del latín al castellano.
En 1541 Miguel Servet se traslada a Viena del Delfinato y vive dedicado al cuidado de sus pacientes, perfeccionando sus conocimientos clínicos y estudiando sus temas religiosos preferidos. En esta etapa redacta Materia médica de Discórides, Syroporum y Christianismi restitutio. Esta última obra llegó a manos de Calvino y provocó su denuncia en De scandalis. La denuncia incluía el nuevo nombre: Villanovanus, la nacionalidad y la profesión de Servet. La Inquisición no tardó en interrogarle y registrar su domicilio, pero no halló ningún libro herético y Servet fue puesto en libertad. El inquisidor Mathieu Ory, encargado del caso, no se dio por vencido y siguió buscando pruebas que condenasen a Servet, encontró cartas confidenciales, un ejemplar de Restitutio y unas cuantas notas, suficiente para decretar prisión incomunicada. Pese a la fuerte vigilancia, Servet logra fugarse de su encierro y Ory acumula cargos: herejía escandalosa y dogmatización, elaboración de nuevas doctrinas y libros que las tratan, sedición, cisma, perturbación de la unión y tranquilidad pública, rebelión, desobediencia y evasión con fractura de las prisiones reales, multa de 1.000 libras de Turena y confiscación de sus bienes. En cuanto sea capturado, se le condena a ser quemado vivo en la plaza de la Charneve hasta que su cuerpo se convierta en cenizas. Entre tanto, la sentencia se ejecuta en efigie, juntamente con la quema de sus libros.
La condena definitiva tiene lugar en Ginebra, ciudad a la que escapó Servet tras su fuga. Permanecía oculto en una abadía cisterciense hasta que su identidad fue descubierta por unos frailes que avisaron a Calvino. Servet fue capturado el día 13 de de agosto de 1553 y se inició su proceso. El juicio fue largo, pues se presentaron treinta cargos, varios de índole teológica, que finalmente Servet no consiguió impugnar. El 26 de octubre el Consejo que le juzga acuerda que Servet sea quemado con sus libros al día siguiente.
De la figura de Servet cabe destacar su clasicismo y su fidelidad a las Sagradas Escrituras, prescindiendo de las novedades, especialmente las referidas al dogma de la Trinidad, derivadas del concilio de Nicea. Cree que Cristo era hijo de Dios eterno, pero no que sea el hijo eterno de Dios. Su trascendencia no debe ceñirse únicamente a su doctrina teológica, Servet describió la circulación menor de la sangre e incluyó su descubrimiento en un libro de teología, no de medicina, por considerar que el alma residía en la sangre.
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