Ministras-modelos
Tres maquilladores, cinco estilistas y un fotógrafo han trabajado para poner guapas a ocho ministras y que salgan en la revista Vogue de septiembre. María Teresa Fernández de la Vega, vicepresidenta primera y ministra de la Presidencia; María Jesús San Segundo, ministra de Educación; Elena Salgado, ministra de Sanidad; Carmen Calvo, ministra de Cultura; Magdalena Álvarez, ministra de Fomento; María Antonia Trujillo, ministra de Vivienda; Cristina Narbona, ministra de Medio Ambiente, y Elena Espinosa, ministra de Agricultura, posan ante las cámaras con trajes por valor de 5.000 euros, modelitos de grandes diseñadores: Miguel Palacios, Roberto Torreta, Roberto Verino, Antonio Pernas, Adolfo Domínguez, Giorgio Armani y Valentino. Las fotos de las ministras socialistas vestidas con ropa de diseño y rodeadas de pieles en las puertas del Palacio de la Moncloa no han dejado indiferente a nadie y las críticas han llovido de todas partes, desde los grupos feministas, a partidos políticos, pasando por asociaciones de protección a los animales, incluso se ha llegado a pedir que dimitan.
La ministra de Cultura, Carmen Calvo, ha explicado que se trata de una "foto histórica para muchos países con ocho mujeres que comparten el poder con los hombres", aunque la secretaria de Educación e Igualdad de Oportunidades del PP, Sandra Moneo, no lo ve de la misma manera y ha declarado que "si la pretensión que tenían las ministras era reivindicar la igualdad real entre hombre y mujer no sólo no lo han conseguido sino que nada nuevo han aportado en beneficio de las mujeres". Yo opino como ella. Si se trataba de poner de relieve que es la primera vez en la historia de España en que un gobierno está compuesto por el mismo número de hombres que de mujeres, bastaba con una foto con todos los miembros del Gobierno para darse cuenta de la paridad entre sexos. Las mujeres españolas no se sienten representadas por ocho mujeres que desempeñan los más altos cargos y aparecen rodeadas de lujo. La española media no ocupa un puesto laboral de tanta responsabilidad, no cobra un sueldo tan elevado y no puede permitirse tener un traje de Arman en el armario. La española media no mantiene unas relaciones de igualdad con los hombres de su entorno, cobra un 32% menos de salario que sus compañeros de trabajo varones, se ocupa casi en exclusiva del cuidado de sus hijos y de las tareas del hogar porque su pareja no le ayuda... Las ocho ministras son unas mujeres privilegiadas. Me parece muy bien que hayan llegado a donde están, pero, desde su posición, deberían luchar por las demás mujeres, en especial por aquellas que no disfrutan de sus privilegios.
La ministra de Cultura, Carmen Calvo, ha explicado que se trata de una "foto histórica para muchos países con ocho mujeres que comparten el poder con los hombres", aunque la secretaria de Educación e Igualdad de Oportunidades del PP, Sandra Moneo, no lo ve de la misma manera y ha declarado que "si la pretensión que tenían las ministras era reivindicar la igualdad real entre hombre y mujer no sólo no lo han conseguido sino que nada nuevo han aportado en beneficio de las mujeres". Yo opino como ella. Si se trataba de poner de relieve que es la primera vez en la historia de España en que un gobierno está compuesto por el mismo número de hombres que de mujeres, bastaba con una foto con todos los miembros del Gobierno para darse cuenta de la paridad entre sexos. Las mujeres españolas no se sienten representadas por ocho mujeres que desempeñan los más altos cargos y aparecen rodeadas de lujo. La española media no ocupa un puesto laboral de tanta responsabilidad, no cobra un sueldo tan elevado y no puede permitirse tener un traje de Arman en el armario. La española media no mantiene unas relaciones de igualdad con los hombres de su entorno, cobra un 32% menos de salario que sus compañeros de trabajo varones, se ocupa casi en exclusiva del cuidado de sus hijos y de las tareas del hogar porque su pareja no le ayuda... Las ocho ministras son unas mujeres privilegiadas. Me parece muy bien que hayan llegado a donde están, pero, desde su posición, deberían luchar por las demás mujeres, en especial por aquellas que no disfrutan de sus privilegios.
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