En Tossa
Qué tienen en común personas tan dispares como Albert Gleizes, Jean Metzinger, Otho Lloyd, Olga Sacharoff, André Masson, Georges Bataille, Oskar Zügel, Marc Chagall, Dora Maar, Georges Duthuit, Henri Matisse, André Salmon, Jules Supervielle, Georges Charensol, Mela Muter, Peter Janssen, Georges Kars, Pere Créixams, Rafael Benet, Enric Casanovas, Nancy Johnstone, Stanley William Hayter, Dalla Husband, Paul Ludwig Landsberg o Fred Uhlman.
Todos estos creadores y pensadores fueron a parar a Tossa, donde pretendían encontrar la paz truncada por la guerra. Unos llegaron huyendo de la Primera Guerra Mundial, otros, descontentos con la situación política europea y con el nazismo, buscaban en la Costa Brava un espacio donde construir su nueva vida.
En Tossa, Chagall pintó su célebre obra "El Violinista Celeste", hoy el cuadro figura expuesto en el Museo Municipal de la población. Bataille concluyó, en mayo de 1935, el manuscrito de Le blue du cel y Landsberg, que pasó en la localidad el verano de 1934 acompañado por su esposa Madeleine, preparó un ensayo sobre Unamuno para la revista Cruz y Raya, a la par que estudiaba la figura de Joan Maragall. "El Elogio de la palabra es una de las cosas, no solamente más líricas, sino más profundas que sobre el gran misterio de la palabra han sido dichas por un autor del siglo XIX", dijo el filósofo.
La playa, las calles y el café d'en Biel de Tossa se convirtieron en un punto de encuentro, un lugar de convivencia donde se desarrollaban proyectos y se entrecruzaban palabras y pensamientos.
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