Fábricas de famosos
Últimamente proliferan en televisión una serie de programas dedicados a capturar y comercializar las ilusiones de un grupo de gente que piensa que ser artista es tan rápido y sencillo de conseguir como que te envíen una pizza a casa. Se hace creer al personal que cantar, actuar, ser modelo... significa tener éxito, ser aclamado por las masas, acosado por la prensa, firmar autógrafos a los fervorosos fans.
Ser artista es otra cosa, antes que nada, trabajador infatigable y voluntarioso corredor de fondo. Porque en esto del artisteo, como en casi todo, quien necesita que le repitan lo bueno que es cada cinco minutos, tiene un problema. Los halagos crean adicción y hacen perder el norte.
Esta gente que aspira a ser famosa antes que trabajadora, no se da cuenta de que a las productoras de los programas que fabrican famosos les importa un bledo su talento y que cuando les hayan exprimido todas las lágrimas de emoción, todas las sonrisas inocentes, todas las esperanzas, todas las gotas de sudor y todas las ilusiones, les abandonarán sin remordimientos para ir a gastarse los dineros ganados con el esfuerzo ajeno. Los aspirantes a famosos son el medio para conseguir un fin, y este fin siempre es el mismo: dinero.
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