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Cierzo

Sedente solitario

Sedente solitario

La figura de Edgar Allan Poe es un daguerrotipo, aquel antiguo procedimiento fotográfico que fijaba la imagen con vapores de mercurio y que nunca quedaba nítida del todo. Poe, su vida, su obra y su leyenda, ejercen sobre el público una fascinación cautivadora. Nadie queda indiferente después de leer "El entierro prematuro", La verdad sobre el caso del señor Valdemar" o "El cuervo" porque una inquietud, difícil de explicar, agita la imaginación del lector. Las obras de Poe alteran la sensibilidad, su parte más instintiva e inconsciente, y nos dejan prendidos en los límites de lo desconocido.

Edgar Allan Poe cultivó la poesía, la ficción y la teoría crítica sin llegar a producir ninguna obra maestra. Sus poemas son una cantinela cadenciosa que despierta sentimientos primitivos y en ellos prevalece un sentido musical de la poesía, por eso Poe prefiere la palabra que mejor suena a la que tiene un sentido más adecuado en el poema y, a veces, cae en la incongruencia o en la extravagancia. En sus novelas de terror se mantiene fiel a la tradición que rige el romanticismo anglosajón y en ellas caben todos sus tópicos. En los cuentos no describe lugares, sino la angustia que representa verlos; el lugar no es un espacio, es una sensación. El lector se adentra en la dimensión psicológica de la narración, a caballo entre el mundo sobrenatural y la realidad objetiva, y participa del estado de ánimo de los personajes gracias a la capacidad analítica y a la sutil intuición de Poe.

¿Qué tiene Allan Poe para provocar tanta conmoción? El perfil trágico del autor, el drama de artista romántico, tiene una fuerte ligazón con el hombre que fue. Hijo de actores, su padre alcohólico abandonó a la familia cuando Edgar tenía un par de años y su madre moriría cuando aún no había cumplido los cuatro. Fue separado de sus dos hermanos y adoptado por una estricta familia presbiteriana que le dio su apellido: Allan. El joven Edgar es poco hablador y reservado, se recluye en sí mismo para huir del miedo que le produce el mundo y empieza a beber y a jugar. Cuando sus deudas ascienden a 2.500 dólares, su padre se niega a seguir manteniéndolo y Poe se marcha a Boston con un nombre falso. Se enrola como soldado en la artillería federal, luego entra en la Academia Militar de West Point, de donde es expulsado, publica tres libros de poemas, gana un premio concedido por el periódico local: Baltimore Saturday Visitor, con su narración "Manuscrito hallado en una botella", dirige la revista literaria Southern Literary Messenger, se casa con su prima y enviuda un mes más tarde. Está dispuesto a rehacer su vida, pero cae en una depresión que le lleva de tugurio en tugurio consumiendo opio y bebiendo desmesuradamente, hasta que muere a causa de un delirium tremens.

Gracias a Baudelaire, Mallarmé y Valéry se recuerda hoy su obra. Ellos, como tantos otros, quedaron subyugados por la exaltada imaginación de Poe. Tal vez sea esta imaginación desbordada la que nos cautiva y hace que la obra de Poe no se afirme por lo que es, sino por lo que nosotros proyectamos en ella.

Edgar Allan Poe Museum

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