Ja n'hi ha prou
La “inquisición” lingüística catalana ha llegado hasta el principado de Andorra. La última ocurrencia del Ministeri de Cultura a favor del catalá es la foto-denuncia. Cualquier ciudadano de bien podrá acusar al establecimiento público que se haya olvidado una hache u omitido un acento. No digamos ya si el establecimiento en cuestión tiene un cartel en francés o, todavía peor, en castellano. Basta con presentar una foto ante el Departamento de Política Lingüística como prueba del atentado contra la lengua, la identidad patria, etc. etc. etc. para que al “hereje” le arranquen los cataplines en el potro de tortura. El ministerio no tiene suficiente con convertir al ciudadano en delator, sino que, además, ha convertido la campaña en un concurso, con premio incluido para el chivato más eficiente.
Con políticas de este tipo, el catalán se granjea enemigos por doquier, y no sólo entre los denunciados.
Con políticas de este tipo, el catalán se granjea enemigos por doquier, y no sólo entre los denunciados.
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