Matrimonio por amor
Una de las conquistas de nuestra civilización es la del matrimonio por amor, que ha dejado atrás el obsoleto emparejamiento motivado por intereses familiares, de incremento del patrimonio, etc. Pero la quimera de una relación romántica eterna basada en el puro sentimentalismo también ha demostrado ser errónea y, por tanto, es el momento de encontrar una vivencia del amor más acorde con la realidad, fundamentada en el compromiso mutuo, en la búsqueda compartida, en la solidaridad emocional…
Cuando dos personas se unen formando una pareja, se juntan para compartir un camino que, integrando el amor espiritual en sus vidas, dé un sentido y un propósito a la relación. Más allá del placer y el confort, la relación amorosa es en sí misma un recorrido en el conocimiento propio y del otro, así como un crecimiento personal y de la pareja en todas las facetas de la existencia. De esta manera se llega a alcanzar una dinámica propia de la vida en común, que es el espejo donde se refleja lo mejor y lo peor de cada uno. Entonces las dificultades y los inevitables conflictos no son nunca motivo de ruptura, sino que señalan tan solo las áreas en las que hay que trabajar, esas áreas de cada miembro que es preciso reparar, y es justamente en este esfuerzo solidario y comprometido donde aparece la auténtica felicidad, ésa que perdura, pues no se basa en el placer fugaz, por más que éste se viva en plenitud, es la felicidad surgida de la propia y compartida consciencia del crecimiento, es la felicidad fruto de la conexión de dos almas.
Cuando dos personas se unen formando una pareja, se juntan para compartir un camino que, integrando el amor espiritual en sus vidas, dé un sentido y un propósito a la relación. Más allá del placer y el confort, la relación amorosa es en sí misma un recorrido en el conocimiento propio y del otro, así como un crecimiento personal y de la pareja en todas las facetas de la existencia. De esta manera se llega a alcanzar una dinámica propia de la vida en común, que es el espejo donde se refleja lo mejor y lo peor de cada uno. Entonces las dificultades y los inevitables conflictos no son nunca motivo de ruptura, sino que señalan tan solo las áreas en las que hay que trabajar, esas áreas de cada miembro que es preciso reparar, y es justamente en este esfuerzo solidario y comprometido donde aparece la auténtica felicidad, ésa que perdura, pues no se basa en el placer fugaz, por más que éste se viva en plenitud, es la felicidad surgida de la propia y compartida consciencia del crecimiento, es la felicidad fruto de la conexión de dos almas.
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