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Cierzo

Prostitución

La prostitución es un asunto que genera muchas discusiones y debates. Mi planteamiento personal de partida es que pocas mujeres se prostituyen por gusto, detrás de cada prostituta hay una situación social o personal dramática que empuja a buscar una salida a través de esta actividad. Para quienes pretenden que se legalice, la prostitución representa una libre elección de la mujer, que decide lo que hace con su cuerpo y con su vida.

Hace unos cuatro años, para documentar un artículo, contacté con algunas prostitutas que ejercían en una calle del “barrio chino”, allí escuche un testimonio escalofriante que se me ha quedado grabado en la memoria. “Me lo hizo un cabrón. Le hice un servicio en el coche, me metió la polla en la boca y le olía tanto a orín que me entraron arcadas y le vomité en el pantalón. Me infló a hostias por haberle estropeado el traje”, me explicó una mujer con la cara todavía hinchada y amoratada. “Los clientes te tratan como una mierda. Como si fueras un cacho de carne o un coño donde meterla…”.

A los que abogan porque la prostitución sea un oficio como otro cualquiera, les pido que se pongan en la piel de esta mujer, que no es representativa de todas, pero representa a una buena parte del colectivo. ¿Quién estaría dispuesto a soportar tratos brutales, inhumanos y vejatorios en su empleo, que sus clientes les consideraran, no como una persona, sino como un objeto de uso sobre el que tiene ciertos derechos que le otorga el dinero? ¿Quién alentaría a su hermana, a su hija o a una amiga a desempeñar este oficio? El artículo 23, párrafo 1 de la Declaración Universal de Derechos Humanos dice: "Toda persona tiene derecho al trabajo, a la libre elección de su trabajo, a condiciones equitativas y satisfactorias de trabajo y a la protección contra el desempleo". Las prostitutas rara vez escogen su trabajo, su oficio no es vocacional, es forzoso. Ser prostituta es la última alternativa, la opción de quien no tiene otra opción, la única salida para mujeres víctimas del desamparo, la pobreza, las drogas, la necesidad extrema... Aún en el supuesto de que las prostitutas estuvieran amparadas por los mismos derechos que asisten a los demás trabajadores, su actividad tendría que abolirse, pues representa una forma más de esclavitud, porque las personas no somos cosas ni mercancías que se alquilan para usarse un rato, y este concepto debería estar bien claro en nuestras mentes.

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