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Cierzo

Sin rumbo

De la jugada maestra de CIU, mediante la cual ha recuperado de sobra el poder político perdido en las últimas elecciones, tendría que aprender el Partido Popular, que ha extraviado el rumbo en una marejada extremista, de formas crudas, groseras, frontales y catastrofistas en la que ejerce como oposición y se está cerrando toda vía de participación en la política estatal, y no digamos en la catalana. Participación que, por descontado, merece la gran base social a la cual representa.

Por el contrario, la actual cúpula de la derecha española, que bien podría tener los días contados por su impericia a la hora de defender los intereses que su mundo le encomienda, parece haber perdido la brújula, exhibiendo una impotencia tan severa como conmovedora, ha incurrido en el disparate de proponer un referéndum de iniciativa popular para seguir generando tensión con el Estatuto, aunque de una forma más bestia. Pues es ilegal lo que Rajoy propone, ya que la Constitución, a la que tanta devoción profesa, se encarga de discernir qué cuestiones pueden someterse a consulta pública o no, sobran más comentarios sobre el asunto que los mencionados acerca de la pérdida del norte y la impotencia, pero esta actitud enfervorecida y convulsiva revela el mar de fondo, la clave de la crisis por la que, debido a sus errores, atraviesa el principal o único partido de la oposición. En vez de abordar la realidad tal y como verdaderamente es para fundamentar sus críticas y construir alternativas propias, el PP se inventa la realidad y espera, encima, que ésta se adapte por entero a su invento.

Y la realidad, que el pragmático Piqué entrevió enseguida, es que la reforma del Estatuto, tal como ha quedado después de las negociaciones, es perfectamente asumible por su partido, salvo que éste se empecine en tomar un camino rápido hacia la secesión, ya que, la unidad de España no corre peligro, sino que parece que el PP se encarga, con su actitud, de que este riesgo exista.

Siempre se puede aprender alguna cosa de los demás, pero la derecha española de la catalana, una barbaridad.

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