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Cierzo

Una ley hipócrita

Durante las últimas semanas se habla mucho de la mal denominada “Ley antitabaco”. Una ley que, en esencia, pretende restringir el consumo de tabaco, pero que en realidad está protegiendo los derechos de los fumadores. Antes, se permitía fumar en casi todos los sitios sin que nadie pudiera objetar nada, y para dirimir la cuestión del humo entre un fumador activo y otro pasivo se apelaba a la educación y al respeto hacia los demás. Ahora, en cambio, ningún no fumador que se encuentre en un espacio habilitado para fumadores podrá protestar, porque la ley ampara a quienes fuman. Tampoco se tienen en cuenta los derechos de los empleados que no son fumadores y trabajan en un establecimiento cargado de humo, para ellos sólo queda la opción de seguir envenenándose por pasiva o irse a la oficina de empleo, donde, por cierto, no dejan que se fume.

Pese al revuelvo que se ha organizado, la sangre parece que no llegará al río y la situación sigue, más o menos, igual. Como era previsible, la inmensa mayoría de los locales de restauración menores de 100 metros cuadrados han escogido dejar fumar a sus clientes por temor a perderlos, de manera que el único cambio real introducido por la ley consiste en colocar un rótulo en la puerta que anuncia la posibilidad de hacerlo.

La polémica suscitada por la ley se aliña con buenas dosis de contradicción. En primer lugar: ¿por qué controlar mediante una ley el consumo de nicotina y no el del alcohol, por ejemplo, que es igual de malo o peor? Dirán: porque bebiendo no molestamos al prójimo, cosa que todos sabemos no es cierta. Entonces: ¿por qué una ley a medias? Otra de las contradicciones se plantea con respecto a la publicidad. Desde el pasado 27 de diciembre, hacer propaganda de tabaco fuera de los lugares establecidos se considera una falta muy grave que puede ser sancionada con multas de hasta 600 euros. Pero las estanterías de los estancos exponen pipas, encendedores y otros artículos asociados al consumo de tabaco, algo que supone una publicidad implícita, y está permitida. En cambio, teóricamente, queda prohibido que un ciudadano se pasee por la calle vistiendo una camiseta con el logotipo de una marca de tabaco cualquiera. Incluso si yo mencionara alguna marca incurriría en delito.

Si tan nocivo es el tabaco, que lo prohíban del todo, porque esta ley antitabaco es sólo un simulacro que después cada uno se pasa por el arco del triunfo.

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