Teléfono móvil
La tercera generación de móviles no arrasa en el mercado. La gente no lo valora. La videollamada no seduce al usuario, y no es porque para efectuarla se requieran unos conocimientos técnicos de escuela superior, ni por su precio excesivo, ya nos hemos acostumbrado a pagar unas tarifas telefónicas abusivas. La gente prefiere la intimidad, no quiere que nadie le vea con los ojos llenos de telarañas antes de desayunar, sin maquillaje, con el pijama de felpa comprado en el mercadillo o comiendo palomitas tirado en el sofá. La videollamada es una invasión del espacio vital más íntimo. ¿A quién le gusta que le pillen por sorpresa en un lugar donde no le interesa que le vean? La gracia del teléfono es que te permite fingir, puedes mentir sin que el gesto te delate, puedes manifestar interés por los problemas de tu interlocutor mientras resuelves un crucigrama, puedes ocultar tu bostezo de mortal aburrimiento. En suma, puedes mantener tu mundo lejos de las miradas ajenas.
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