El arte de tener razón
El arte de tener razón es un opúsculo que Schopenhauer dejó escrito en una versión casi definitiva y que no llegó a publicar. El texto manuscrito consta de ocho folios, más un folio adjunto y otros dos medios folios, en total 44 páginas; está encuadernado y se encuentra en la obra póstuma del filósofo. La obra carece de título, aunque el autor se refiere a ella como Dialéctica erística y Bosquejo de lo esencial en toda discusión, y la primera vez que se publicó, en 1864, apareció con el título de Eristik.
Schopenhauer explicó las razones por las que desistió de publicar el opúsculo ya prácticamente concluido: “Recogí, pues, todas las estratagemas de mala fe que tan frecuentemente se utilizan al discutir y expuse claramente cada una de las mismas en su esencia más propia, aclarada mediante ejemplos y designada por un nombre propio, y añadí finalmente los medios que se pueden aplicar contra ellas, lo que podríamos denominar las paradas contra estas fintas, de lo cual resultó una verdadera dialéctica erística […]. En la revisión que he emprendido ahora de aquel antiguo trabajo mío ya no encuentro adecuado a mi temperamento el examen exhaustivo y minucioso de los subterfugios y ardides de los que se sirve la naturaleza humana común para ocultar sus faltas, por lo que lo dejo a un lado. […] He recopilado y desarrollado pues, unas cuarenta estratagemas semejantes. Pero ahora me repugnan la iluminación de todos estos escondrijos de la insuficiencia y la incapacidad, hermanadas con la obstinación, la vanidad y la mala fe; por tanto, me doy por satisfecho con este ensayo y con tanta mayor sinceridad remito las razones arriba expuestas para evitar discutir con el tipo de gente que suele ser la mayoría”.
Como él mismo reconoce, Schopenhauer se arrepintió de haber expuesto en 38 estratagemas las bases para ganar cualquier discusión con métodos no demasiado limpios, porque la dialéctica erística es el arte discutir, pero discutir de tal modo que uno siempre lleve la razón, sin tener en cuenta la verdad. Ser ofensivo, maligno o grosero, tergiversar los hechos a conveniencia, exagerar o infravalorar argumentos para acomodarlos a nuestra necesidad de derrotar al contrario, mentir, ocultar… Todo vale para afirmase en las ideas, porque el único objetivo de la dialéctica erística es lograr la victoria en la disputa y satisfacer con ello el natural instinto de prepotencia humana.
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