Versión no oficial
Las palabras prohibidas de los marines es un estupendo documental sobre el estado de las tropas norteamericanas en Iraq, en él se recogen las críticas directas de los soldados, que manifiestan su miedo ante el peligro constante en el que viven y su descontento, tanto por la falta de recursos como por las mentiras que les llevaron a este país. Son puntos de vista que difieren mucho de la versión ofrecida por el Gobierno y el Pentágono.
Según informes oficiales, casi dos tercios de los soldados destinados en Iraq presentan una moral baja. Estos soldados, la mayoría de los cuales tiene menos de 24 años, llegaron a Iraq para combatir en lo que consideraban una causa justa y para que sus compatriotas no padecieran nuevos ataques terroristas como el del 11-S, pero ahora están desengañados: no se ha demostrado que Sadam tuviera ninguna relación con el atentado de Nueva York, no han encontrado armas de destrucción masiva, no ayudan a reconstruir el país y se ven atrapados en un caos cotidiano cada vez más letal. Expuestos al fuego enemigo durante las veinticuatro horas del día y odiados por la mayoría de la población iraquí, han visto morir a más de mil compañeros, siete mil han sufrido terribles mutilaciones y veinticuatro mil han sido evacuados por motivos médicos, algunos llegan incluso a autolesionarse para provocar su evacuación.
El Gobierno estadounidense no escatima recursos para disimular los efectos de la guerra, aunque el director del documental, Lauren Richard, logró acceder de forma clandestina al hospital militar Walter Reed, en el que se atienden a todos los soldados con heridas físicas y lesiones psíquicas que llegan desde Iraq, y entrevistó a unos pacientes.
Por primera vez se ve en televisión un reportaje con testimonios de primera mano que explican el día a día en las trincheras del miedo, lejos de la familia y sin objetivos claros. También la vuelta a casa mutilado y sin esperanzas de futuro, sufriendo graves trastornos por estrés postraumático, crisis incapacitadoras de ansiedad aguda, bloqueo emocional, dificultad de concentración, respuestas exageradas de alarma Son las secuelas no reconocidas de un conflicto al que algunos han dejado de verle salida.
Según informes oficiales, casi dos tercios de los soldados destinados en Iraq presentan una moral baja. Estos soldados, la mayoría de los cuales tiene menos de 24 años, llegaron a Iraq para combatir en lo que consideraban una causa justa y para que sus compatriotas no padecieran nuevos ataques terroristas como el del 11-S, pero ahora están desengañados: no se ha demostrado que Sadam tuviera ninguna relación con el atentado de Nueva York, no han encontrado armas de destrucción masiva, no ayudan a reconstruir el país y se ven atrapados en un caos cotidiano cada vez más letal. Expuestos al fuego enemigo durante las veinticuatro horas del día y odiados por la mayoría de la población iraquí, han visto morir a más de mil compañeros, siete mil han sufrido terribles mutilaciones y veinticuatro mil han sido evacuados por motivos médicos, algunos llegan incluso a autolesionarse para provocar su evacuación.
El Gobierno estadounidense no escatima recursos para disimular los efectos de la guerra, aunque el director del documental, Lauren Richard, logró acceder de forma clandestina al hospital militar Walter Reed, en el que se atienden a todos los soldados con heridas físicas y lesiones psíquicas que llegan desde Iraq, y entrevistó a unos pacientes.
Por primera vez se ve en televisión un reportaje con testimonios de primera mano que explican el día a día en las trincheras del miedo, lejos de la familia y sin objetivos claros. También la vuelta a casa mutilado y sin esperanzas de futuro, sufriendo graves trastornos por estrés postraumático, crisis incapacitadoras de ansiedad aguda, bloqueo emocional, dificultad de concentración, respuestas exageradas de alarma Son las secuelas no reconocidas de un conflicto al que algunos han dejado de verle salida.
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