Cazavioladores
En Sudáfrica, el país del mundo con mayor número de violaciones, según Naciones Unidas, han inventado un artilugio llamado Rapex. El Rapex es una especie de preservativo femenino que se engancha al pene cuando un hombre quiere forzar una relación sexual no deseada. El condón de látex tiene provistas en su interior unas filas de afilados dientecillos, con la misma forma que los de los tiburones, se aplica como un tampón y queda aferrado el pene del violador. Una vez enganchado al pene del agresor, el Rapex sólo puede ser separado mediante cirugía. Le dolerá mucho, tendrá que ir a un hospital, y de ahí a la policía, dice la inventora del ingenio, Sonette Ehlers. La otra gran ventaja que le ve a su invento es que, gracias a que es como un condón al uso, reduce las posibilidades de embarazo o de contraer enfermedades de transmisión sexual.
La policía sudafricana cifra en 52.733 los casos de violaciones habidos durante el pasado año, aunque la asociación Human Rights Watch asegura que el 45% de las víctimas son menores de edad y que en la mayoría de los casos no se presenta una denuncia tras la agresión, por lo que el número real de mujeres violadas podría ser nueve veces mayor que el registrado por la policía. Ante esta realidad, el Rapex parece un método eficaz, aunque sólo sea para identificar a los violadores, pero también supone un parche que no solventa la raíz del problema y que pasa inevitablemente por educar a los varones enseñándoles que la mujer no es una cosa que pueden usar a su antojo, sino una persona dotada de derechos y dignidad.
La policía sudafricana cifra en 52.733 los casos de violaciones habidos durante el pasado año, aunque la asociación Human Rights Watch asegura que el 45% de las víctimas son menores de edad y que en la mayoría de los casos no se presenta una denuncia tras la agresión, por lo que el número real de mujeres violadas podría ser nueve veces mayor que el registrado por la policía. Ante esta realidad, el Rapex parece un método eficaz, aunque sólo sea para identificar a los violadores, pero también supone un parche que no solventa la raíz del problema y que pasa inevitablemente por educar a los varones enseñándoles que la mujer no es una cosa que pueden usar a su antojo, sino una persona dotada de derechos y dignidad.
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