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Cierzo

Cuestión de talante

Uno escucha el discurso de cualquier miembro del PP y se teme lo peor. Una hecatombe inminente nos acecha a los españoles, y ellos no dejan de pregonarlo: El país está sumido en el caos. España se deshace.

Luego sales a la calle y te das cuenta de que no es para tanto, que España sigue siendo una sociedad compleja que vive en libertad y que esa crisis descomunal que describe la derecha más agorera sólo existe en su cabeza.

Durante los años del gobierno de Aznar, tuvimos que soportar a una derecha dura, autoritaria, arrogante y belicista. Se invocó a la libertad para arrasar naciones. La Constitución fue un tótem intocable usado como arma arrojadiza contra la oposición. Asistimos al burdo espectáculo de manipulaciones y engaños fruto de la miseria moral… y ahora no pueden admitir su falta de honestidad, porque les obligaría a reconocer todas sus mentiras y el castillo de naipes que han construido se les vendría abajo.

La derecha actual, en vez de unir, divide a la sociedad, insulta, amenaza y se rasga las vestiduras por cualquier cosa. Tal vez por eso y pese a los continuos ataques, descalificaciones y condenas que padece, el presidente Zapatero gana en las encuestas del CIS consiguiendo que el 45,5% de los entrevistados confíen “mucho o bastante” en él, frente al líder de la oposición y candidato a sustituirlo, Mariano Rajoy, que sólo ofrece “mucha o bastante” confianza al 25%.

Rajoy y sus perros guardianes, Acebes y Zaplana, no consiguen calar en una buena parte de la sociedad y deberían cambiar de método, porque el personal ya está harto de broncas. Zapatero huye de la crispación, no se deja envenenar por el ambiente que crean sus opositores y no les paga con la misma moneda. Ha optado por la serenidad y la racionalidad, por el juego democrático limpio y, en esto, se ha ganado el respeto de los ciudadanos. Tiene trazado un camino y lo sigue con tranquilidad, sorteando las zancadillas que la derecha vociferante le pone. Esto, en un país como España: habitualmente resentido y encabronado, resulta excepcional. De ahí que con su talante cordial y conciliador se haya ganado tantas simpatías.

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