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Cierzo

Heroína anónima

Heroína anónima A veces me asombra la resistencia humana, que el cuerpo siga en pie tras la catástrofe y el corazón sea capaz de encajar tanta amargura y tanto dolor.

Es una mujer de 19 años, aunque representa casi el doble, sus ojos miran sin ver, sin fijarse en nada, y su voz brota suave, como un leve quejido. Desde los 12 años su vida no es vida, es un resistir penoso que duele a quienes lo conocen, que me hiere a mí, que sólo alcanzo a imaginar tanto sufrimiento.

Estaba en la escuela con sus compañeros cuando llegaron los hutus, presenció cómo mataban a los niños a machetazos, asistió a la violación de otras niñas hasta que le tocó el turno a ella. La golpearon con un garrote, casi le abren la cabeza al lanzarla contra un pupitre. Magullada y contusionada, con el cuerpo dolorido y muerta de miedo, aguantó mientras la violaban uno, dos, tres, cuatro... desalmados. Tumbada en el suelo, la espalda se le mojó con la sangre de las otras víctimas y el olor a muerte impregnará por siempre su pituitaria.

Dice que se llega a un punto, cuando el dolor se hace extremo, en que no se siente nada, la realidad se disipa y se pierde incluso la noción de uno mismo. La dieron por muerta entre cientos de cuerpos desmembrados y esto le salvó la vida. Tres meses pasó en el hospital recuperándose de la brutal paliza y de las lesiones que le produjo la violación, luego, cuando parecía que lo peor quedaba atrás, conoció la noticia de su embarazo y otra igual de traumática como la de haber concebido un hijo bajo unas circunstancias tan terribles: era seropositiva, alguno de aquellos hombres le contagió el sida.

Ahora le habla al periodista y cuenta que quiere a su hijo enfermo de sida, que tiene miedo de no poder cuidarle cuando ella muera definitivamente.

Se me escapan las lágrimas mientras por la pantalla se deslizan los títulos de crédito de un documental de la BBC. No sé cuál es el nombre de esta heroína ruandesa, una mujer que sobrevivió a la salvaje matanza: ochocientos mil tutsis murieron en 100 días. Como ella hay miles, huérfanas, viudas, paupérrimas, enfermas, solas. Todas son ella. Ella las representa a todas. Mujeres anónimas, duras, dispuestas a seguir adelante en la vida, en lo poco que les queda de ella.

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