Retrato
Abro el sobre de la sorpresa. Siempre es halagador recibir regalos, pero estos... Me han dejado sin habla. Un retrato y un acróstico, unas palabras de elogio a mi trabajo y a mi persona, otra perspectiva de mí sin duda menos severa que la propia. No sé si soy yo la persona que describen, no acierto a calibrar cuánto hay en mí de esa mujer idealizada, no puedo prever la impresión que mis obras ejercen en el lector. Me interpretan, me construyen a través de las frases hilvanadas, me modelan con la imaginación y me hacen a la medida de sus sueños. El lector, ese juez anónimo que valora, asume o desdeña, tiende a inventarse al autor por lo que de él intuye en sus obras.
ACRÓSTICO
Edgardo
Mirando alguna estrella en una noche
Asombrado de asombro renovado
Recorriendo un rosedal de pensamientos
Imagino tu cuerpo, emocionado
A veces turba mis firmes sentimientos...
Danzando en un salón de fantasía
U oyendo tu canción imaginada
Bonita irrealidad suele abrazarme
Oyendo tu suave voz, dulce, inventada
No sé, María, si podrás perdonarme...
¡GRACIAS!
ACRÓSTICO
Edgardo
Mirando alguna estrella en una noche
Asombrado de asombro renovado
Recorriendo un rosedal de pensamientos
Imagino tu cuerpo, emocionado
A veces turba mis firmes sentimientos...
Danzando en un salón de fantasía
U oyendo tu canción imaginada
Bonita irrealidad suele abrazarme
Oyendo tu suave voz, dulce, inventada
No sé, María, si podrás perdonarme...
¡GRACIAS!
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