Ideas
Las calles del planeta se llenan de gente cabreada que agita las estructuras del poder. Los políticos no reaccionan. Los expertos no entienden qué sucede. Las reclamaciones ciudadanas son muy similares e igualan a los países en crisis y a los emergentes. En todas partes se pide una mejor redistribución de la riqueza y una democracia representativa, transparente y participativa. Nada más. Nada menos.
Las asociaciones y movimientos ciudadanos crecen espontánea y rápidamente. Todos coinciden en el diagnóstico de la enfermedad, pero no en la cura. A los políticos y a los poderes fácticos, por supuesto, no les interesa cambiar nada, perderían su actual estatus de poder y dominio. Ellos intentan poner parches, soluciones coyunturales, para que todo siga igual.
Crecer es la máxima aspiración en términos económicos. Pero ya ha quedado demostrado que el crecimiento a ultranza provoca graves desequilibrios, es decir, un mal mayor. La economía no debe basarse en el consumo desaforado, en cambiar de móvil cada año, en gastar lo que no tenemos. Tampoco se trata de volver al trueque, o de crear una moneda social. La cuestión es que nadie tiene la panacea. No sabemos cómo lograr un crecimiento realista y sostenible, una economía que produzca y redistribuya la riqueza sin que se genere un aumento constante del consumo. Esto es algo que hoy todavía nadie se plantea.
El gobierno de las instituciones también debería ser otro. Listas abiertas, democracia directa, control de las instituciones. Pero ¿cómo se consigue esto?
Por desgracia, yo solo tengo preguntas, ideas; carezco de respuestas y de soluciones. Aunque quizá si nos pusiéramos todos a pensar, si nos informásemos mejor, si contrastáramos nuestros criterios diferentes… Las distintas crisis que se han producido a lo largo de la historia han servido para concebir doctrinas cuyo objetivo primordial era el de cambiar un sistema anquilosado. El tiempo demostró que muchas de estas doctrinas se equivocaban, en algunos casos de forma dramática, pero aun así aportaron elementos positivos a la sociedad. Ahora nos hallamos ante un enorme reto: crear unas reglas de juego que solventen las deficiencias de una democracia anticuada y de una economía de mercado ingobernable. No surgen ideas, y necesitamos las soluciones ya mismo. Nos urge una solución global que marque las pautas de una nueva sociedad.
Si no somos capaces de sumar nuestras ideas, alguien vendrá para imponernos las suyas como sea. Es algo que ha ocurrido demasiadas veces en la historia.
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