Nada funciona
Todos piensan en cambiar el mundo, pero nadie piensa en cambiarse a sí mismo, Tolstoi.
Según la última encuesta del CIS realizada entre el 4 y el 14 de enero, en un año, la popularidad del presidente del Gobierno y de todos sus ministros se ha desplomado, y eso que aún no había estallado el caso Bárcenas. La confianza en Mariano Rajoy toca fondo, nada menos que un 82,2% de los ciudadanos tienen poca o ninguna confianza en el presidente del Gobierno, y todos los ministros están valorados por debajo del 3,34. Pero es que el líder de la oposición todavía está peor valorado, la poca o nula confianza en Alfredo Pérez Rubalcaba llega al 88 por ciento.
Las cifras son espeluznantes, muy preocupantes, y es que los españoles estamos hartos, asqueados, cansados de ver cómo el desempleo no deja de aumentar; de mirar al futuro con miedo; de escuchar que la recuperación está cerca, aunque nadie la vea; de saber que el fruto de nuestro sudor va a parar al bolsillo de cuatro sinvergüenzas que se llevan a Suiza cantidades inverosímiles de dinero y, encima, gozan de total impunidad; de que nos tomen por tontos; de pagar impuestos, tasas, copagos, pagos solidarios, tarifas extraordinarias y demás triquiñuelas ideadas con el único fin de recaudar; de constatar el crecimiento de la pobreza y de las desigualdades sociales; de sufrir el descenso feroz en nuestro nivel de vida… Hartos, en definitiva, de que nada cambie, de no vislumbrar soluciones, de que la situación siga empeorando después de cinco años.
El obvio que urge hacer algo, lo primero analizar cuál es el problema, averiguar qué falla para luego renacer cambiando de modelo y de actitud y así construir un futuro nuevo.
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