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Cierzo

Ángel

Ángel

Negra cae la noche

sobre sus alas rotas,

una fuerza brutal le aplasta

y siente el frío del suelo en la mejilla.

Le cuesta respirar, apenas logra ver,

los ojos escudriñan las sombras,

el oído detecta un susurro.

 

 

Ven, ven con nosotros.

 

Resiste cuanto puede y flaquea,

la inercia es demasiado fuerte,

está cansado y ya no sabe luchar.

Se arrastra hasta el despeñadero

es tan fácil dejarse caer…

Si lo intenta quizá alce el vuelo.

 

Ven, ven con nosotros.

 

Duda, ha estado ahí, en ese infierno,

conoce cada recoveco, las lagunas de llanto,

los alaridos del desgarro, la nada.

Ansía el plácido lecho, la calma.

Unos centímetros y hallará descanso.

Huyó el amor llevándose la esperanza,

se siente devastado por dentro, no hay más.

 

Ven, ven con nosotros.

 

Desea llorar, pero agotó sus lágrimas.

Desea chillar y enmudece su garganta.

El corazón se acelera, el pulso quema.

En la noche sin estrellas no hay luna,

la soledad invade el páramo de su vida.

Mira hacia arriba y brota la cascada.

Se ahoga en lágrimas porque está vivo.

 

Ven, ven con nosotros.

 

Sigue. Duda. Es un ángel con las alas rotas.

Puedes. Sigue. Lucha. Resiste.

Intenta mover las alas, volar, caer.

El peso del mundo sobre la espalda frágil,

el abismo incitante que llama.

Unos centímetros, unos milímetros tan solo.

La sima le acoge, el cielo le reclama.

Mueve las alas y la herida sangra.

El estertor se alza en el silencio nigérrimo.

Vuela, está volando. Cae. Sigue volando.

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