Aguas de lujo
Mientras miles de personas mueren diariamente de sed y una sexta parte de la población mundial no tiene acceso al agua potable, algunos privilegiados pueden permitirse el lujo de disfrutar bebiendo aguas extraídas de remotos glaciares, de profundos manantiales, de icebergs, con un extra de oxígeno, mineralizadas con oro, recogidas directamente de la lluvia y envasadas en botellas de diseño, como la de "bling h2O", que lleva engarzados a mano cristales de Swarovski.
El agua se ha convertido en otro ejemplo de la locura consumista que vivimos. Para millones de seres humanos el agua es una cuestión de vida o muerte, mientras que para un exclusivo grupo de personas, dispuestas a pagar hasta 10.000 veces más por un simple vaso de H2O, se trata de una cuestión de estatus. El agua embotellada es una de las mercancías que más dinero mueve en el mundo, su consumo se dispara y empresas multinacionales como Coca-Cola, Pepsi, Danone o Nestlé acaparan una buena parte del mercado mundial. Curiosamente, más del 50% del agua embotellada que consumimos no proviene de manantiales, se trata de agua filtrada, muy similar a la que podemos obtener con sólo abrir el grifo. Pero la moda es la moda. Desde diferentes ámbitos nos recomiendan la hidratación. Los glamourosos personajes de la prensa rosa se nos presentan con la botella de agua en la mano y la cruzada contra las bebidas carbonatadas, una de las fuentes de obesidad, cambian los hábitos de consumo. Todos queremos disfrutar de una vida más saludable, cueste lo que cueste. Porque pocos se plantean que consumir agua embotellada genera una gigantesca cantidad de residuos, aproximadamente 1,5 millones de toneladas de plásticos se emplean anualmente en su envasado.
Las cartas de aguas se hacen presentes en bares y restaurantes de cierto nivel, en los spas y centros wellness. Los summeliers extienden sus conocimientos a los diferentes tipos de aguas: de añadas centenarias, de acuíferos volcánicos... Y para rizar el rizo, y dando cuenta de que la imbecilidad humana no conoce límites, también hay restaurantes de lujo que, habiendo sido precursores en ofrecer a sus clientes exóticas y carísimas aguas, ahora se distinguirán de la competencia por servir agua del grifo.
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